PRENSA

Por Marcelo Torrano*

El 1 de mayo se conmemora el Día Internacional del Trabajador en homenaje a los llamados Mártires de Chicago. En Estados Unidos un grupo de sindicalistas anarquistas fueron ejecutados en 1886 por la policía en el marco de una ola de protestas por mejores condiciones laborales. Luego de este hecho y la extensión de las protestas se logró que se reconociera la jornada laboral de 8 horas.

A tan solo 4 años de este hecho en el país del norte, en la Argentina, un grupo de obreros anarquistas alemanes hicieron el primer acto conmemorativo en 1890 realizado en el Prado Español de Buenos Aires donde participaron principalmente obreros españoles, portugueses, italianos y alemanes. Los actos eran una muestra palpable de las corrientes inmigratorias en el país.

Los discursos se hacían en las lenguas de origen de los obreros y eminentemente con un espíritu clasista y sobre todo internacionalista. El día del trabajador era una jornada de lucha donde socialistas y anarquistas entre otros, pedían mejores condiciones laborales en un país agro exportador con una clase obrera heroica aunque aún pequeña por la escasa industrialización. Estos encuentros eran duramente reprimidos por los sucesivos gobiernos, no sólo en Buenos Aires que siempre se lleva la mayor atención, sino que también sucedía en muchas de las ciudades del país.

En plena expansión y crecimiento de la clase obrera por el proceso de sustitución de importaciones, en los años 30, los gobiernos conservadores prohibieron las conmemoraciones del 1 de mayo, pero no pudieron borrarla de la memoria colectiva y hacia 1940 hay concentraciones cada vez más masivas.

En los años del peronismo la cosa cambió radicalmente porque el gobierno tomó la cuestión obrera como eje de sus políticas, donde entre otras varias cuestiones se puede efectivizar el cumplimiento de las 8 horas de trabajo. Este período estará marcado por grandes concentraciones y desde 1947, el 1 de mayo, cuenta con la participación del presidente de la Nación, Juan Perón y Eva Duarte.

La composición de la clase obrera en el país se había transformado por las migraciones internas y la llamada “nueva clase obrera”. El Estado es ahora el convocante y hay cierto giro en el carácter de las concentraciones pasando de ser estrictamente de lucha a un carácter más celebrativo.

“El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza” dijo Jauretche. La conmemoración del 1 de mayo paso definitivamente a ser algo de carácter público, masivo y popular.

Los trabajadores en nuestro país hemos sufrido dictaduras genocidas, sucesivas pérdida de derechos y hemos sido perseguidos, pero también tenemos nuestras resistencias, nuevos logros, nuevos derechos a conquistar y eso es para celebrar, conmemorar y reivindicar.

En estos tiempos donde los proyectos liberales pretenden un mundo sin clase trabajadora y donde reina el capitalismo financiero y especulativo. Es necesario recordar las palabras de Rodolfo Walsh para que tengamos claro dónde están los enemigos del pueblo y la necesidad de encontrarnos los, las les trabajador@s: “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así una propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas”.

*Docente de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP

 

 

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