PRENSA

“Creo, con toda ingenuidad y firmeza, en el derecho de cualquier ciudadano a divulgar la verdad que conoce, por peligrosa que sea”, Rodolfo Walsh.

Por Carlos Ciappina*

El 25 de marzo de 1977, un periodista se dirige a la esquina de las calles Entre Ríos y San Juan en Capital Federal. Lleva un portafolio con papeles, papeles que envía personalmente por correo a destinatarios específicos. En la oscuridad de la Dictadura, ese periodista dirige una agencia de noticias –Ancla- y una modalidad de comunicación persona a persona – Cadena Informativa- que buscan romper el círculo cerrado de la información que la Dictadura y los grandes medios hegemónicos han constituido.

¿Qué está distribuyendo? ¿Qué puede ser tan importante para dejar la seguridad de su refugio en San Vicente y adentrarse clandestino en la ciudad que controla cuadra por cuadra la dictadura?

Está distribuyendo la verdad; está dando su testimonio. Está señalando el verdadero y profundo sentido de la dictadura que ahoga al país.

Ese periodista, que también es escritor, y además militante político se llama Rodolfo Walsh. Va a dar su vida por dar testimonio con la verdad.

La trayectoria de Walsh no puede más que bosquejarse en estas breves notas.

¿Qué es lo que tienen en común el joven Walsh que se inicia en el nacionalismo católico de derechas con el organizador –junto a otros periodistas y escritores- de la Agencia de noticias de la Revolución Cubana?

¿Qué comparten el escritor de cuentos cortos que apoya la Revolución “Libertadora” contra el “tirano” J.D. Perón y escribe la memorable nota de despedida del mismo Perón en el número 214 del diario Noticias de 1974?

¿Cómo se unen el escritor de aquel cuento  “2-0-12 no vuelve” que alaba a la aviación naval en el golpe de setiembre de 1955 con el relato sobre “Esa mujer” que nombra a Evita – prohibida y secuestrada aún muerta-  sin nombrarla, en cada renglón del mismo?

Eso que une a los diferentes Walsh que son – a la vez- uno sólo, es su constante y permanente respeto a su honestidad intelectual, a su compromiso con la verdad. Todo lo que Walsh escribe está atravesado por su vocación de expresar su parecer a partir de lo que cree y piensa en ese momento,  con absoluta honestidad escritural y periodística. Sus posiciones ideológicas y sociales pueden variar; su perspectiva internacional también; lo mismo que sus apoyos políticos. Pero no es esa la constante, la constante de Walsh es la honestidad intelectual inflexible, inclaudicable cada vez que toma la máquina de escribir y expresa lo que quiere expresar.

Y está allí, en esa esquina de aquel 25 de marzo de 1977. La dictadura genocida llevaba un año en el poder. ¿Y que hace Walsh? Está dando testimonio. Envía personalmente por correo su último escrito periodístico. Qué es también un escrito literario y a la vez sociológico y al mismo tiempo político: “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar”.

La Dictadura llevaba su primer año en el poder y Walsh –militante de Montoneros- se siente en la obligación de dar testimonio al pueblo argentino sobre el verdadero alcance de la Dictadura. Podríamos afirmar que, en la profundidad de su análisis, Walsh demuestra con esta “Carta Abierta” que es quizás el primero en desnudar y comprender la verdadera naturaleza  de la Dictadura.

Cuando muchos todavía se preguntaban cuál sería el derrotero de la Dictadura – los bien pensantes claro, porque para muchos otros a la dictadura había que apoyarla- ; Rodolfo Walsh en esta “Carta Abierta” analiza a la Dictadura en dos planos: lo que hace cotidianamente como dictadura represiva y genocida y, viendo más allá, mucho más allá –diríamos hasta hoy- el plan global, de trastorno profundo de toda una sociedad para reconfigurar definitivamente el poder en la Argentina.     

En esa Carta Abierta que lleva bajo el brazo, Walsh elije hablarle directamente a los dictadores pero a través de ese recurso le está hablando y alertando –qué duda cabe- a todo el pueblo argentino.

Walsh desnuda la acción genocida de la dictadura: “ Han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran” la tortura como recurso, ya no para obtener información, sino como modalidad de quiebre y destrucción ideológica y humana.  

Describe con precisión el accionar represivo ilegal de la dictadura y quiénes son sus verdaderas víctimas: “Una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y en horas de la madrugada con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga”…… “muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de «cuenta-cadáveres»”

Y agrega , en todos los casos , en la forma en que Walsh encaraba la tarea periodística –esto es, con absoluta precisión-  los números    de asesinados y desaparecidos , los datos y nombre de represores, los nombres de las víctimas y despliega , por primera vez, la evaluación que señalaba con precisión el Plan Sistemático del Terrorismo de Estado: “estos episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados sino la política misma que ustedes planifican en sus estados mayores, discuten en sus reuniones de gabinete, imponen como comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como miembros de la Junta de Gobierno”.

Concluye Walsh, descartando la incipiente “teoría de los dos demonios”, ya esbozada por los medios hegemónicos en ese inicio de la dictadura: “Las 3 A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre «violencias de distintos signos» ni el árbitro justo entre «dos terrorismos», sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte”.

Debajo de su brazo, en esta Carta Abierta, está la denuncia, precisa, clara, impecable sobre los crímenes sistemáticos que la dictadura estaba llevando a cabo y que permanecían en la oscuridad para la mayoría del pueblo argentino, por la complicidad de los medios masivos de comunicación.

Sin embargo, relatar el despliegue del Estado Terrorista como un recuento de sus atrocidades resultaría un ejercicio incompleto si no se buceara en las razones profundas del accionar genocida.

Walsh nos enseña en la Carta Abierta que hay un Plan detrás del Plan terrorista del Estado. Ese Plan detrás del plan es, nuevamente, descrito con absoluta precisión: El primer objetivo del Plan eran los trabajadores:

“En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar” … han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron.

El segundo objetivo es la acción social del Estado: “han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la «racionalización».

Y, otro objetivo de ese plan siniestro, es el traslado de las funciones sociales del Estado hacia las funciones represivas: “Mientras todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta disolverse en la pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil ochocientos millones de dólares que equivalen a la mitad de las exportaciones argentinas presupuestados para Seguridad y Defensa en 1977”.

Y, finalmente, el Plan de la Dictadura forma parte de un enorme Plan universal- eso que hoy, tiene nombre y apellido: los inicios del neoliberalismo:  “ Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales”.

Walsh tiene claro que el Plan de la Dictadura no es sólo de la dictadura. Que las Fuerzas Armadas son los ejecutores de una política de terror que tiene un objetivo mucho, muchísimo mas amplio: “En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”.

Aquel 25 de marzo, Walsh lleva consigo el exacto diagnóstico de lo que la última Dictadura genocida hacía y las razones profundas de porqué lo hacía.

 Basta con recorrer los principales medios periodísticos de la época para entender la dimensión de lo que Walsh llevaba consigo. La distancia que hay entre las entrevistas, los diagnósticos , las tapas y las noticias de medios como Gente, Para Ti, Siete Días, La Nación, Clarín , El Día, etc, etc, etc……..en donde no sólo se ocultaba el genocidio sino que se apuntalaba explícitamente el accionar terrorista estatal.

Reducido en su capacidad de informar hasta el punto de hacerlo en soledad, transita Walsh  hacia la esquina de San Juan y Entre Ríos. Todos los medios masivos a favor de los dictadores, el estado en manos de las Fuerzas Armadas, el poder económico liberado de ataduras , la propia hija muerta en combate contra la dictadura, las/os compañeros desaparecidos……pero Walsh va, con paso a firme a dar su testimonio por la verdad:

“Sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles”.

*Profesor de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

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