El 20 de agosto de 2018, a los 95 años fallecía María Isabel “Chicha” Chorobik de Mariani, quien en 1977 junto Alicia “Licha” Zubasnabar De la Cuadra fue una de las cofundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo.
Partió físicamente sin haber podido abrazar a su nieta nuevamente. Clara Anahí Mariani Teruggi fue secuestrada en el bombardeo la casa de la calle 30, hoy sitio de Memoria, el 24 de noviembre de 1976, cuando tenía tres meses. En febrero de 1996, “Chicha” fundó la Asociación Anahí junto a Elsa Pavón y otras compañeras y compañeros para promover, sostener y defender la plena vigencia de los DD.HH. y la presidió hasta la fecha de su fallecimiento.
La Asociación siempre tuvo como objetivos la construcción de la memoria colectiva, el asesoramiento en derechos humanos y la defensa del derecho a la identidad. La Asociación también promueve la búsqueda de la justicia por los crímenes cometidos durante la última dictadura y acompaña a las personas que buscan su identidad, preserva las fuentes documentales y los testimonios referidos a los acontecimientos históricos que atravesaron a nuestro país desde los años 60.
“Chicha” era profesora de arte, era curiosa y se salía de los moldes, se rebelaba a lo impuesto aún con su porte de señora formal. Adoraba aprender y conocer, era gentil, amorosa, inteligente, comprometida, estará presente ahora y siempre; y la lucha que inició con un puñado de abuelas, hoy multiplicada, continúa con la búsqueda de Clara Anahí y de todos los nietos y nietas que falta recuperar. Reconocida en todo el mundo por su lucha, recibió numerosos premios y distinciones.
El 24 de noviembre de 1976, durante la Dictadura Cívico Militar Eclesiástica, la casa en La Plata de su hijo Daniel Mariani, licenciado en Economía, y de su nuera Diana Teruggi, estudiante de Letras fue atacada durante 3 horas por más de cien efectivos del Ejército y la Policía Bonaerense. En la vivienda funcionaba una de las casas operativas de Montoneros y se escondía la imprenta clandestina de la revista Evita Montonera. Los jóvenes tenían una hija de tres meses, Clara Anahí. En el ataque, murió su nuera junto a cuatro militantes y fue secuestrada la beba. Luego el 1 de agosto de 1977, fue asesinado también su hijo.
Hasta hoy en las paredes y techos de la casa se pueden ver el impacto de las balas y la sangre de las personas allí asesinadas. En 1998 la casa se recuperó y se comenzó a abrir al público al mismo tiempo que fue declarada de Interés Municipal, Patrimonio de Cultural de la Provincia de Buenos Aires en 2000, declarada de Interés Nacional en 2003, y Monumento Histórico Nacional en 2004.
Cuando María Isabel se enteró de que su nieta había sobrevivido comenzó a buscarla. Recorrió juzgados, cuarteles y comisarías sin resultados, muchas veces recibió a cambio maltratos o amenazas. Emilio Graselli, Monseñor de la Iglesia Católica, le confirmó que la niña estaba viva y que había sido entregada a una familia influyente, pero también que la Iglesia no estaba dispuesta a intervenir para su restitución.
Después de las primeras reuniones, las Abuelas empezaron a visitar orfanatos y cortes juveniles para investigar las adopciones recientes. Con el tiempo llegaron a convertirse en las Abuelas de la Plaza de Mayo, en referencia a la plaza en Buenos Aires en la que se congregaban frente al palacio de gobierno. También trabajaron junto a las Madres de la Plaza, que habían comenzado sus propias protestas en la plaza agitando pañuelos blancos frente a quienes detentaban el poder.
Hoy la recordamos como una luchadora inclaudicable por la identidad; la defensa de los derechos humanos y una persona fundamental en el proceso de memoria, verdad y justicia que transita nuestro país. Le decimos hasta la victoria siempre querida “Chicha”, en tu nombre seguiremos buscando a Clara Anahí.
Secretaría de Derechos Humanos de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP