PRENSA

Por Luciano Sanguinetti*

Jesús Martín-Barbero llegó por primera vez a la Facultad de Periodismo y Comunicación Social en 1989, en el marco de una serie de conferencias que organizaba Felafacs, cuando Jorge Luis Bernetti, entonces el director de lo que todavía era nuestra Escuela Superior, integraba el Consejo Directivo de la Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social.

Hacía apenas dos años que había publicado De los Medios a las Mediaciones, texto destinado a convertirse en un faro del pensamiento sudamericano sobre la comunicación. Todavía no teníamos acabada comprensión de lo que iba a significar este autor, iberoamericano, que se había apropiado del continente como todos los conversos, con una pasión inusitada, y menos todavía sobre esa vocación de cartógrafo, es decir, la de hacer mapas, pero en este caso de mapas intelectuales, cognitivos.

Como digo, su obra iba a ser un faro, una guía, a través de los cuales muchísimos investigadores, intelectuales, comunicadores populares, periodistas, desarrollarían sus propias travesías. Como señaló Rossana Reguillo, desde su Colombia adoptiva, con una profunda mirada universal, que decantaba ya desde sus inicios, cuando en Lovaina presentó su tesis doctoral, La palabra y la acción, título por demás premonitorio, bajo la influencia de Paulo Freire, Martín-Barbero no dejaría de pensar las diferentes temporalidades de nuestra América, las culturas populares, las culturas juveniles, los medios y las tecnologías, la escuela.

Jesús Martín-Babero tuvo una destacada participación en la institucionalización del campo de la comunicación en la región, buscando darle espesor teórico, rigor metodológico, pero a su vez, una originalidad y lucidez lingüística que no eludía una poética ensayística brillante. De algún modo. muchos fuimos a partir de eso “barbereanos” y las famosas mediaciones se convirtieron en nuestra casa. Todavía recuerdo cuando por esas casualidades de la bibliofilia encontré un pequeño ensayo de Martin-Barbero en un texto compilado por Máximo Simpson sobre comunicación alternativa, en la que, en 1981, ya se escuchaba su voz, su revolucionaria voz intelectual:

“Es más de cultura por tanto que de “comunicación” de lo que aquí se va a tratar; o, si se prefiere, es de comunicación, pero de la que se realiza por fuera de lo que la mitología massmediática define como tal, sin canales ni medios oficialmente reconocidos y sin tecnología importada. Vamos a hacer un relato de ciertas prácticas, -plazas de mercado y cementerios- que materializan y hacen visible, la memoria popular; o, mejor, vamos a hacer el relato de lo popular como memoria de otra matriz cultural amordazada, deformada, dominada”.

Todo Martín-Barbero ya estaba ahí, como una condensada hipótesis de la cual emergerían por décadas sus libros, sus investigaciones, sus artículos.

La noche del 12 de junio, en medio de esta pandemia impensada y dolorosa, vimos ese triste tuit que anunciaba su partida. Fue instantáneo como, sus alumno/as, sus colegas, sus investigadores y lectores, en todo el mundo comenzaron a replicar recuerdos, saludos, homenajes y reconocimientos. Como todas las personas de bien, Martín Barbero, era una de esas personas, su recuerdo y su obra se multiplican, no tienen fronteras, no tienen final.

Hasta siempre, Maestro.

*Licenciado en Comunicación Social.

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