gente reunida con fotos de detenidos desaparecidos

DERECHOS HUMANOS

Por Secretaría de Derechos Humanos

Hoy, 30 de agosto, se conmemora el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas. Esta fecha ha sido declarada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para recordar a las personas que han sido detenidas, ocultadas y reportadas desaparecidas en el mundo.
Según la ONU, se entiende por desaparición forzada el arresto, detención, secuestro o cualquier otra forma de privación de la libertad por parte de agentes del Estado o por personas que actúan con la autorización o el apoyo de éste. Cuando las autoridades se niegan a reconocer la privación de libertad u ocultan la suerte o el paradero de una persona desaparecida, esto consiste en un delito, ya que se la aparta de la protección de la ley. Al ser separadas del ámbito de protección legal y al haber «desaparecido» de la sociedad, se encuentran privadas de todos sus derechos y a merced de sus aprehensores.

“Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror”, expresó Rodolfo Walsh, haciendo referencia al terror dictatorial en su “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar” hecha pública el 24 de marzo de 1977.

Para que se considere desaparición forzada deben estar presentes tres componentes: la privación de libertad contra la voluntad de la persona interesada; la participación de agentes gubernamentales y la negativa a revelar la suerte o el paradero de la persona interesada. La historia de América Latina está marcada por la represión y la violencia de las dictaduras de las décadas de los 70 y 80. En Argentina, en junio de 1978, las Madres de Plaza de Mayo hablan con la prensa extranjera y reclaman por sus hijos detenidos-desaparecidos:

“Nosotros queremos solamente saber dónde están nuestros hijos, vivos o muertos, pero queremos saber dónde están (…) No nos dicen dónde están, no sabemos nada de ellos, nos han quitado lo más preciado que puede tener una madre. Angustia porque no sabemos si están enfermos, si tienen hambre, si tienen frío…no sabemos nada. Y desesperación porque ya no sabemos a quién recurrir ” . Marta Moreira de Alconada, Madre de Plaza de Mayo.

Las víctimas de desaparición forzada y de homicidios probados, las decenas de miles de secuestros y detenciones arbitrarias, los cientos de niños ilegalmente apropiados y miles de presos políticos sin causa ni proceso son el doloroso saldo de la represión política directa en la Argentina y la grave herida todavía abierta infligida al cuerpo social y a las instituciones por el terrorismo de Estado, que no se puede cuantificar cabalmente en la medida que los responsables de estos delitos ocultaron el registro de los procedimientos en su gran mayoría clandestinos, y sólo se cuenta con los testimonios de las propias víctimas y de sus familiares o allegados a los que ha de agregarse el esfuerzo permanente de investigación sobre la “huella” administrativa y documental de los ilícitos, para acreditar los hechos.

La herida continúa abierta y seguirá abierta en la medida que existan personas que permanezcan en condición de desaparecidas, hombres y mujeres a los que les es negada su identidad, que existan crímenes no sancionados por la Justicia. En tanto no sepamos dónde están ni qué hicieron con las personas a quienes les privaron de su libertad, de la protección de un juez, de informar su paradero o su situación: es un crimen de lesa humanidad, que no prescribe. Los autores de un crimen de lesa humanidad deben ser perseguidos por la justicia aunque el tiempo pase y responder sobre sus acciones.

Es un hecho lamentable que las prácticas de desaparición forzosa se siguieran cobrando víctimas aún en democracia, en casos conocidos como los de Jorge Julio López, Miguel Bru, Luciano Arruga, Santiago Maldonado y Facundo Astudilo Castro, entre otros. Lo cual demuestra la incapacidad del poder judicial para dar respuestas concretas a los familiares de las víctimas. Como así también queda demostrado el involucramiento y la responsabilidad de las fuerzas de seguridad en estos hechos aberrantes.

Memoria, Verdad y Justicia.

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