El 5 de junio es el Día Mundial del Ambiente, establecido por la Asamblea General de Naciones Unidas en su resolución del 15 de diciembre de 1972, se trata una fecha fundamental para reflexionar en relación a las prácticas de producción, consumo y cuidado de nuestro planeta.

El lema de este año se centra en la problemática de las tierras, detener la desertificación y fortalecer la resiliencia a la sequía bajo el lema «Nuestras tierras. Nuestro futuro. Somos la #GeneraciónRestauración». En ese sentido, y durante el día, se invita a gobiernos, instituciones y organizaciones sociales, culturales, deportivas, políticas y la sociedad toda a desarrollar y convocar distintas actividades dirigidas a concientizar y sensibilizar sobre la problemática y reclamar políticas para lograr una sociedad más justa y sostenible.

En Argentina, y pese al contexto actual en el que nos encontramos en el que el Gobierno Nacional no reconoce la problemática del cambio climático, los ciudadanos contamos con herramientas jurídicas legales que garantizan y promueven el cuidado ambiental como el artículo 41 de nuestra Constitución Nacional, la Ley N° 25675 también denominada Ley General del Ambiente, la Ley de Educación Ambiental Integral y la Ley Yolanda, entre otras. Todas estas normativas son fundamentales, y toman un valor sumamente importante en el día que se conmemora.

En lo que respecta a la problemática del suelo, según el Observatorio Nacional de Degradación de Tierras y Desertificación (ONDTyD) la degradación de tierras es uno de los mayores problemas ambientales que afecta a nuestro país y conlleva fuertes consecuencias socioeconómicas. Más del 80 % del territorio cubierto por zonas secas del país se encuentra afectado por desertificación (LADA/FAO, 2011). Es causada principalmente por el manejo ganadero y agrícola inapropiado, así como por la sobreexplotación foresto industrial, e implica la pérdida de la biodiversidad y una progresiva disminución de la productividad, con la consiguiente disminución de la calidad de vida del a población rural (SAyDS, 2001).

En relación a la importancia de la agenda ambiental, desde la Facultad se creó la Secretaría de Ambiente, y desde el área se trabaja en diseñar y dictar propuestas académicas, tanto de grado como de posgrado, a fin de fortalecer el rol del Comunicador Ambiental; asimismo hacemos hincapié en la concientización de nuestros estudiantes sobre los conflictos y problemas socio-ambientales; buscamos potenciar la generación de espacios de intercambio de experiencias, investigación y difusión en clave comunicacional en torno a problemáticas socio-ambientales, a fin de posicionar a nuestra Casa de Estudio en materia ambiental e impulsar estrategias para el trabajo en conjunto en materia de Educación ambiental integral, que trabajen desde el aporte comunicacional al desarrollo de políticas educativas transformadoras.

En conclusión el agravamiento de la crisis climática y la profundización de las injusticias sociales nos obligan a repensar nuestra relación con el entorno, por lo tanto con el “Ambiente”, como un tema transversal que no puede estar ajeno a la agenda de la comunicación y la educación pública.

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