ACADÉMICA

Por Luciana Isa (*)

“LA LIBERTAD AVANZA Y LOS DERECHOS RETROCEDEN”

El 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer que tiene como objetivo sensibilizar, denunciar y reclamar políticas públicas para erradicar la violencia que se ejerce sobre las mujeres alrededor del mundo.

Repasando un poco de historia, como toda efeméride amerita, vale recordar que en 1981 se celebró en Bogotá, Colombia, el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. Es allí donde se decidió que el 25 de noviembre sea el Día Internacional de la No Violencia contra las Mujeres. La fecha fue elegida para recordar el feminicidio en el año 1960 de las hermanas Mirabal (Las mariposas) a manos de la dictadura de Leónidas Trujillo en República Dominicana.

Más de una década después, en 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Allí se definió que la violencia hacia la mujer era “todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la vida privada”. Finalmente, el 17 de diciembre de 1999, la Asamblea General de Naciones Unidas, por medio de la resolución 54/134 resolvió que a partir del año siguiente, el 25 de noviembre sería la fecha estipulada como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Expuesta esta breve historización, es importante subrayar que en las últimas décadas este día atraviesa a los feminismos en todas sus latitudes ya que es un día de lucha, de visibilización de la problemática de las violencias por razones de género, de invitación a la reflexión y a la movilización, pero también es un llamado abierto a los diferentes sectores de la sociedad que tienen responsabilidad en la toma de decisiones en sus diferentes niveles y estamentos a tomar conciencia y comprender que la problemática de las violencias hacía las mujeres e identidades feminizadas no es un asunto de la vida privada de cada una, de cada familia, de cada vínculo, de cada relación, sino que es un tema central en el desarrollo de las sociedades, es un fenómeno que tiene variadas aristas y múltiples causas, tanto en su origen como en su erradicación. Razón por la cual es un deber y es responsabilidad del Estado como hacedor y garante de derechos – principalmente -y de la sociedad en su conjunto, trabajar mancomunadamente en el desarrollo de políticas públicas para su prevención, para brindar respuestas efectivas a quienes la sufren y para promover vínculos y relaciones más saludables y menos tóxicas entre las personas.

Ahora bien, como cada 25 de noviembre, este día significado como “un día de lucha” también asume un sentido de balance de lo hecho, lo que falta y los desafíos por delante en relación a la profundización y sostenibilidad de muchas políticas públicas que con mucho esfuerzo y trabajo de los feminismos, mayoritariamente, se pudo avanzar en el plano normativo pero, en infinidad de casos, solo fue un avance, importantísimo sin dudas, pero bastante distante de la respuesta efectiva para millones de mujeres y diversidades que todos los días sufren este flagelo. Entonces, en ese ejercicio de revisión y balance nos encontramos en un momento de extrema preocupación, que intenta dar un salto al plano de la ocupación activa en la búsqueda de construir redes y alianzas para movilizar a la sociedad ante este vertiginoso avance de un experimento de gobierno que ni siquiera representa un partido de ideología de derecha e ideas conservadoras. Por sus características “fenotípicas” se asemeja más un grupo de individualidades con habilidades comunicacionales funcionales a un establishment financiero -cuyas filiales no se encuentran necesariamente en el país, sino que tienen influencias geopolíticas- que operan desde diferentes partes del mundo en pos de objetivos muy específicos, de matrices absolutamente antidemocráticas y, por lo tanto, de un avasallamiento absoluto de cualquier Estado de Derecho.

Asimismo, en este contexto es necesario y primordial no caer en la confusión: el gobierno del actual presidente no quiere gobernar sin Estado, sino que pretende hacer del aparato estatal un instrumento represivo de características fascistas, basándose en una estrategia discursiva de cambio de época y batalla cultural (porque también se apropian de las ideas del woke), para anular cualquier idea, gesto, política pública, derecho, declaración de apoyo que se asocie al feminismo, a los derechos humanos, a la soberanía de los pueblos, a la justicia social, a la libertad sindical, entre otros. Basta con leer algunas crónicas de lo que fue el acto de lanzamiento de la agrupación militante de La Libertad Avanza, “Las fuerzas del cielo”, conformada por un mix de funcionarios nacionales, legisladores e influencers del oficialismo en las redes sociales .

Frente a semejante escenario, que lejos de habilitar una convocatoria a la reflexión y el debate nos deja perplejo/as ante el asombro por la celeridad y el ejercicio pedagógico de la crueldad y la culpabilización social permanente, entendemos que ya no es una proyección de futuro de las derechas que avanzan y prometen ir a fondo con una caza de brujas sin antecedentes en gobiernos democráticos. Lo que estamos viviendo no es un tráiler, porque no es una película de terror. Es un gobierno elegido democráticamente que ganó en elecciones con un discurso que va en contra de los intereses de las mayorías, ni más ni menos.

Ante este perspectiva, nos resta volver a convocarnos y movilizarnos a los diferentes sectores sociales, políticos, gremiales, sindicales, intelectuales y a los responsables de los medios de comunicación a pensar y a discutir la sociedad en la que queremos vivir los próximos 30 años que, a este paso, estará inmersa en la violencia de la cual, no caben dudas, las principales destinatarias seremos las mujeres y diversidades; puesto que no hay gobiernos con objetivos basados en ideas de ultra derecha que busquen ampliar y/o garantizar derechos para las mujeres y minorías, sencillamente porque no hay capitalismo ortodoxo sin excluido/as y ahí cabemos las mujeres. La historia de la humanidad así lo demuestra.

*La Ley 26.485 de Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales, fue sancionada en el año 2009 en la Argentina y constituye una herramienta fundamental en la lucha contra las violencias.

Si estás atravesando una situación de violencia de género, podés comunicarte con:
1) La Secretaría de Políticas de Género y Feministas a través de Instagram @generofpycs, secretaria.genero@gmail.com, o acércate a la oficina 34 – 3° Piso de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social – UNLP;
2) La línea 144, disponible las 24 horas, todos los días. La misma brinda asesoramiento, contención y derivación para víctimas de violencia por razones de género. Es gratuita y confidencial. También podés contactarte por WhatsApp: 221-508 5988; y
3) El 911, en casos de emergencia.

(*) Prosecretaria de Políticas de Género y Feministas y docente FPyCS.

Ponemos a disposición la guía de «Recomendaciones para el abordaje de situaciones de violencia por razones de género» con la intención de promocionar herramientas en torno de la múltiples formas de discriminación y violencia que se ejerce hacia las mujeres y diversidades.

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