El profesor Carlos Ciappina presenta Formar para la libertad

PRENSA

“El periodismo es libre o es una farsa”. Rodolfo Walsh

Hemos asistido por estos días a un espectáculo triste para la profesión periodística: en una entrevista – supuestamente a solas- un asesor presidencial intervino abruptamente el desarrollo de la misma pues no le gustaba como había respondido el presidente de la Nación. La reacción del periodista a cargo de la entrevista fue aún más triste: no sólo aceptó la intervención indebida sino que se prestó alegremente a modificar la pregunta “molesta” y cambiar el contenido de lo que había preguntado.

El caso nos permite reflexionar sobre el rol del periodismo y el valor que tienen palabras como ética, independencia, objetividad y libertad.

En el principio fue la ética: El posicionamiento ético preside – o debiera presidir- la profesión periodística. El primer compromiso del periodismo es con la verdad y la independencia . En nuestro país los periodistas de los medios hegemónicos no se cansan de repetir que son “independientes”. En la práctica, esa “independencia” afirmada no se condice con la verdad: todas sus opiniones, entrevistas, textos y afirmaciones apoyan , sostienen, acompañan o explican – en última instancia – las necesidades comunicacionales del poder hegemónico (económico-social y político) y, al mismo tiempo, atacan, denostan, destratan y descartan toda aquella nota, afirmación, discurso o presencia que tengan que ver con el campo popular. Desde una mirada ética , la exigencia no es que dejen de opinar como les plazca, sino que no sostengan que esas opiniones provienen de una independencia inexistente.

Asociado a la independencia, el siguiente compromiso es con la verdad y la objetividad. La objetividad, resulta un deber inexcusable del periodismo. Ser objetivo se confunde, muy a menudo, con ser imparcial. La objetividad – del todo inalcanzable pues todos somos sujetos- no significa imparcialidad. Los hechos, la realidad puede y debe abordarse sin mentir ni engañar, de la forma más objetiva posible. Pero nadie es “imparcial” en su análisis de la realidad. Un principio sano del periodismo es ser conscientes de esa imposibilidad de imparcialidad y afirmar, en el análisis de la realidad la “parcialidad” de cada uno/a sin faltar a la verdad.

La verdad y la libertad: no hay palabra mas bastardeada en estos tiempos que la palabra libertad. Intentemos recuperar su significado profundo. Nuestro grado de libertad se incrementa cuando las condiciones en las que desarrollamos nuestras vidas en sociedad nos permiten pensar, trabajar, disfrutar, crear, permitiéndonos elegir dentro de determinado universo social. No existe la persona libre si sus necesidades materiales y culturales ´le impiden ejercer su derecho a elegir, precisamente a ser libre. No hay libertad en la desigualdad.

Así, cuando los medios de comunicación hegemónicos se refugian en el principio de la libertad (su propia y poderosa libertad), olvidan –consciente o inconscientemente – que su concepción de la libertad tiene la misma base que su concepción de la independencia: un modelo societal excluyente.

De modo que cuando un colectivo social , político. cultural , económico cuestiona el orden social excluyente -o sea, buscan incrementar realmente la libertad -los medios hegemónicos lo interpretan como un ataque a la “libertad” a secas, sin aclarar que su concepto de libertad es el de la libertad del poder.

No les exigimos que no piensen ni escriban ni operen avalando ese concepto de libertad excluyente, -después de todo defendemos su derecho a la “libre expresión”, Si les pedimos que tengan la actitud ética de reconocer e informar desde qué perspectiva están analizando la realidad.

Así, independencia y libertad van indisolublemente juntas y son claves cuando el periodismo debe dar cuenta de la realidad, en especial cuando el cuestionado, investigado o tratado es el poder hegemónico económico, cultural o político.

Y aquí es cuando retornamos al principio: cuando el periodismo pierde objetividad, independencia y, en definitiva, libertad frente a un poder hegemónico, deja de cumplir la misión clave que tiene en una sociedad que aspira a ser cada vez mas democrática: promover el pensamiento y la actitud crítica para ampliar la democratización de una sociedad.

Lo que vimos estos días en una entrevista grabada es, precisamente la renuncia a ejercer un periodismo que se proponga cuestionar, interpelar y develar al poder hegemónico. Presenciamos la renuncia a la objetividad, a la búsqueda de la verdad y la independencia. En definitiva , como diría Rodolfo Walsh , apostar a la farsa y no al periodismo. Proponer la renuncia a la libertad. Presenciamos la aceptación de la autocensura por la connivencia con el poder hegemónico , uno de los modos mas dañinos de censura.

Por eso consideramos tan importante – en la formación en comunicación social- formar para ejercer el periodismo con libertad real. Formar en el repudio al pensamiento único y, sobre todo, promover el espíritu crítico y la actitud ética de independencia profesional siempre y en tanto todo poder hegemónico busque cercenar la comunicación que lo cuestione.

Formamos para nominar un mundo donde entren todos/as, formamos para desnaturalizar el poder hegemónico, formamos para profundizar la democracia , formamos para que tengan voces los condenados de esta tierra, para que se escuchen todas las voces.

Formamos en definitiva para que el periodismo no sea una farsa.

Profesor Carlos Ciappina

Pin It on Pinterest