PRENSA

Por Claudia Vásquez Haro*

Al cumplirse el noveno aniversario de la Ley 26.743 de Identidad de Género en nuestro país, el cambio cultural para que la misma se cumpla en todos los ámbitos de la sociedad, aún sigue siendo motivo de lucha, agenda y un enorme desafío por delante.

Se trata de una ley de avanzada en materia de ampliación de derechos, de referencia ineludible a nivel mundial y una conquista de todo el colectivo de la diversidad sexual en nuestro país. La cual reconoce el derecho a la autopercepción de la identidad, sin mediar requisitos médicos ni psiquiátricos, entendiendo que la identidad es un derecho constitutivo de todas las personas. A su vez, garantiza la atención integral de la salud en el sistema público como en el privado, para acompañar el proceso identitario de cada une de nosotres.

Desde el año 2012 a la fecha, han accedido a la rectificación del DNI más de 10.000 personas. Aun así, el trato digno sigue siendo un reclamo vigente de la comunidad travesti, trans, no binaria y de otres géneros no cis-hetero-normativos, quienes siguen siendo objeto de pánico moral y sexual, por parte de las instituciones del Estado, como las del sector privado y algunos sectores de la sociedad civil.

En el marco de la pandemia y la segunda ola de covid-19 sabemos que las desigualdades estructurales de nuestra población se han profundizado. Y de esta forma, las condiciones de accesibilidad a los derechos adquiridos y reconocidos por el Estado, se vuelven muy precarias y excluyentes para la mayoría de las personas. A su paso, se recrudecieron los casos de violencia institucional, por caso, la ejercida por efectores del ámbito policial y judicial, sumado al déficit para una adecuada atención de la salud integral, las dificultades en el acceso a la educación y el trabajo formal, la violencia simbólica y mediática.

Tras haber transcurrido casi una década de esta conquista histórica, que convirtió a la Argentina en un país de vanguardia en materia de reparación y equiparación de derechos, se vuelve necesario redoblar los esfuerzos. Para que las personas que dejaron su vida en la lucha por esta Ley, las que vivimos en la actualidad y las futuras generaciones, dejemos de ser objeto de burla, discriminación y víctimas de la segregación sociocultural, económica y política.

Es por ello, que se vuelve necesario seguir militando para que situaciones como la de la militante Ivanna Aguilera, quien fue detenida por la policía de Córdoba, sin motivo y sin respetarle su nombre auto percibido; o la desaparición de Tehuel de la Torre que lleva más de 50 días,  sin ser parte de la agenda emocional del país por ser un hombre trans, o el caso de la deportista profesional Mara Gómez, quien ha sido ridiculizada por los medios de comunicación por ser una futbolista trans, no vuelvan a ocurrir nunca más.

Por eso, a 9 años de la aprobación de la ley seguimos exigiendo su efectiva implementación, y el reconocimiento y respeto de nuestros nombres, de nuestras identidades y nuestros derechos. Porque luchamos por ella y porque nos ampara, exigimos que de una vez por todas, dejemos de ser considerades en la sociedad, como ciudadanes de segunda.

*Directora de Diversidad Sexual de esta casa de estudios.

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