PRENSA

Por Lía Ferrero*

Hoy 25 de junio se cumplen 43 años del primer campeonato mundial de fútbol obtenido por la Selección Nacional Argentina. El Mundial ‘78 fue y sigue siendo un evento polémico, sobre y a raíz del cual se tejen diferentes historias, memorias, sentidos, reivindicaciones y conspiraciones.

3-1 fue el resultado del último partido contra Holanda, que coronaba con la copa a la Selección de César Luis Menotti. Por primera vez la Argentina cumplía el sueño al que estaba predestinada según la retórica del fútbol local: campeones mundiales. Se terminaba así la saga de los campeones morales e iniciaba la de los campeones mundiales. Ese triunfo se lograba con los valores del fútbol argentino, jugando “a la nuestra”, con el “estilo criollo” que tan bien describe Eduardo Archetti. Un triunfo que significó la materialización del mito interno: se ganó jugando con el “estilo nacional”.

Luego de ese partido en River Plate, explotó la fiesta, la algarabía, la calle, las multitudes cantando, coreando, celebrando. Todas imágenes que hemos visto una y mil veces: alegría, fiesta, papelitos, banderas celestes y blancas.

Pero como todos/as/es sabemos, esa alegría se daba en el marco de una de las dictaduras militares más terriblemente violentas de nuestra historia como país, que impuso el terrorismo de estado como dispositivo de gobierno.

Recordar al Mundial ‘78 por fuera del contexto en el que se desarrolló es un imposible en la actualidad. Los procesos de construcción de memoria del pasado reciente de nuestro país, motorizados por los Organismos de Derechos Humanos, lo construyeron como espacio de recordación del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional. Allí se destacan los lazos espurios entre dictadura y fútbol, la corrupción y la utilización del evento mundialístico para contrarrestar las voces que se levantaban en el mundo denunciado las violaciones de los Derechos Humanos que ocurrían en el país. En ese sentido, recordar al Mundial ‘78 casi exclusivamente como un dispositivo del gobierno dictatorial es una manera de reforzar y generar un anclaje más para esa memoria, estructurando y reforzando una identidad social.

Por otro lado subsumir completamente ese primer grito de campeones mundiales a un dispositivo propagandístico de la dictadura, es quitarle densidad al evento y desconocer los sentidos que el fútbol históricamente ha tenido para los/as/es argentinos/as/es. El fútbolofrece una gramática universal que habilita identificaciones, emociones y amores de un orden propio. Inclusive cuando se juega en dictadura. Inclusive cuando el horror es moneda corriente.

Válvula de escape, complicidades varias, reivindicaciones de diverso orden, la primera gesta, el ganar la calle: el Mundial ’78 puede ser todo eso y mucho más. Quizás por todo eso sigue generando pasiones contradictorias, sigue siendo un hecho no resuelto, escrito y rescrito por los/as/es  argentinos/as/es. Quizás por ello la fascinación por ese evento, que se anticipaba como el primero de una historia grande, para un fútbol que se considerabagrande, el mejor del mundo.

*Profesora de esta casa de estudios

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