Bandera argentina sobre flameando, detrás agua y montañas

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Por Jorge Luis Bernetti (*)

El 20 de noviembre de 1845, a más de 29 años de la Declaración de la Independencia se produjo un combate decisivo por su repercusión histórica –más allá de su resultado- para la continuidad de la Nación Argentina.
El enfrentamiento de la Vuelta de Obligado fue un acto heroico de las Fuerzas Armadas de la provincia de Buenos Aires, que estaba por entonces “encargada” de las relaciones exteriores de la –jurídicamente- escuálida Confederación Argentina. Porque los Pactos Preexistentes suscriptos entre varias de las provincias que iban siendo argentinas, así lo habían establecido.

El brigadier general Juan Manuel de Rosas, gobernador de la provincia bonaerense era la cabeza del Estado, entendiendo por éste, como definió Max Weber, “la comunidad humana que en el interior de determinado territorio reclama para sí (con éxito) el monopolio de la coacción física legítima”. El conflicto armado enfrentó a la Confederación con la máxima potencia mundial de la época, el Reino Unido de Gran Bretaña, Escocia e Irlanda y su por entonces aliada continental Francia. Era éste el mundo de la Revolución Industrial encabezada por Londres, en el marco posterior a la derrota napoleónica de 1815 y la construcción violenta y universal del colonialismo británico. Se desarrollaba la Guerra Grande en la República Oriental del Uruguay donde los blancos de Oribe enfrentaban a los colorados de Rivera, éstos últimos atrincherados en Montevideo con el apoyo de una legión europea y el respaldo de las dos grandes potencias europeas. Podría decirse que la flota que avanzó desde el Plata por el río Paraná era “cívico-militar” porque a “los veinte buques de guerra” se sumaban “cuarenta buques mercantes”. Éstos transportaban lo esencial del objetivo inglés: las piezas de su comercio. Las mismas querían ser desembarcadas y comerciadas en unos “ríos interiores” abiertos a la navegación extranjera. El objetivo comercial, capitalista, de base colonial, que constituía un Imperio era la venta sin pago de derechos de los productos de Manchester y Liverpool. Era el mismo proceso globalización que ya se extendía desde 1492 cuando Colón y España pisaron América y los siguieron las demás potencias europeas.

Gran Bretaña ya golpeaba en todo el orbe. Unos años antes apenas, en 1840 desató en China la “Guerra del Opio”, es decir un conflicto armada para establecer el comercio de drogas en el Imperio Celeste que ya estaba en declinación. El comercio inglés, sostenido por la real escuadra de su Majestad, introdujo el opio desde la India – a la que dominaba ya – y sometió la voluntad de la corte Ming con violencia totalitaria disfrazada pobremente de civilizatoria. Además de esa violenta apertura drogadicta tomó la isla de Hong Kong donde estableció un potente baluarte comercial y financiero. La violencia era entonces ratificada como la partera de la historia, porque los británicos enfrentaron en 1857 en la India la rebelión de los soldados nativos, “los cipayos”, violentamente aplastada. Luego de esa primera lucha fracasada por la Independencia nacional india, Gran Bretaña disolvió la Compañía Británica de las Indias Orientales y creó el Raj Británico, su dominio directo, lo que permitió que la Reina Victoria fuera también Emperatriz.

En la China, en la India, en la Argentina se luchaba contra un imponente enemigo, el imperialismo, ante el cual las tropas del general Mansilla se batieron con bravura en su derrota, aunque seis meses después volvieron a enfrentar en la Hondonada del Quebracho, también en el Paraná y les infringieron grandes pérdidas. Las largas, intransigentes y astutas negociaciones de Rosas con los enviados Howden (inglés) y Waleski (francés) constituyeron una gran victoria diplomática argentina. La Vuelta de Obligado (y Tonelero) quedaron dibujadas, retrospectivamente, en los esfuerzos de los países dependientes, periféricos, por diseñarse lo más libres posible en un mundo feroz.


(*) Director de la Cátedra Libre de Defensa Nacional-UNLP
Ex Director de la Escuela Superior Universitaria de Periodismo y Comunicación Social

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