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El 28 de noviembre del año 2000 – hace casi 23 años! – se jugaba la final de la Copa Intercontinental entre Boca Juniors y el Real Madrid. El fútbol argentino estaba totalmente privatizado – no había llegado aún el Fútbol para Todos de los años de Cristina Kirchner- y Víctor Hugo conducía – con un equipo – el programa “Desayuno 7” por la Televisión Pública.

Como una forma de hacer llegar alguna imagen del partido que se estaba disputando en ese momento, mientras transcurría el programa, en una pantalla pequeña, detrás de los conductores, se podía apreciar algo de la transmisión del partido. Millones de personas –que no tenían el dinero para poder ver algo tan popular como una final con Boca Juniors – podrían al menos ver algo.

Por esa transmisión – en esas condiciones- la empresa Cablevisión –luego del grupo Clarín- le inició un juicio al Canal 7, a la productora del canal y –hecho de los más bochornosos- al propio relator.

A partir de esa demanda el Grupo Clarín, con todo su poder multimillonario, con todas sus conexiones políticas y judiciales, se ensañó con Víctor Hugo periodista.

El juicio iniciado se completó con un allanamiento a la casa familiar del periodista, allanamiento filmado y transmitido por Clarín (con la inacción evidente de la justicia) y en el cual no sólo atropellaron la intimidad familiar sino que hicieron un “inventario” de los bienes que debían ser subastados por la justicia a modo de “compensación” por el supuesto daño
económico a la empresa!.

Como bien lo señala el mismo Víctor Hugo, un robo liso y llano de sus bienes – la mayoría obras de arte que había ido adquiriendo durante toda su vida- por una suma de 230.000 dólares. En el año 2015 la Corte Suprema de Justicia – al servicio del grupo multimedia- dejó firme la condena contra el periodista.

Pero, el poder mediático concentrado de Clarín no sólo busca “justicia” sino que quiere “escarmiento”. No contentos con haber ganado la demanda, haber profanado la casa del periodista, haberlo obligado a entregar sus obras de arte y malvenderlas; no contentos con todo eso, el Grupo Clarín le inició una nueva demanda a Víctor Hugo con el increíble argumento que un cuadro – carente de todo valor económico pero sí afectivo- no había sido entregado y por lo tanto no se había cumplido con lo dictaminado por la justicia.

La denuncia es por “malversación de caudales públicos” porque faltaba ese cuadro. Un absurdo legal que prosperó gracias a la justicia que apaña al poder mediático.

Hoy, 15 de agosto del año 2023, Víctor Hugo Morales, a los setenta y cinco años de edad, continúa siendo perseguido por Clarín y enfrenta un juicio por una condena que puede ir de dos a los ocho años de cárcel.

No podemos menos que solidarizarnos con Víctor Hugo Morales por su valiente lucha contra el poder inmenso del Grupo Clarín-Magnetto; por su dedicación incansable por la democratización de la comunicación y por no rendirse y dar batalla frente a la injusticia y el atropello del poder económico asociado con los sectores antidemocráticos del Poder Judicial.

Víctor Hugo Morales es un ejemplo de compromiso por una comunicación democrática y – por la negativa- un ejemplo de hasta dónde puede llegar el poder real cuando se trata de ahogar a la prensa y a la comunicación verdaderamente libres.

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