Román era un luchador incansable, un guerrero que ofrecía pelea en todas las batallas que libraba en su vida. Román metía las manos en el barro. Vivía sin tibiezas, llevaba sus iniciativas a fondo y corriendo el límite de lo posible, siempre. Su energía era increíble, su deseo por devorarse la vida era una constante. El hambre por vivir plenamente cada momento de sus días lo llevó a construir una maratónica formación profesional integrando carreras de grado y posgrado.

Los miembros de la cátedra “Prácticas corporales Comunicación y Subjetividad” despedimos a Román Cesaro, un amigo noble con quien tuvimos el privilegio de disfrutar la vida académica en nuestro equipo de trabajo.

En nuestras memorias queda alojada su enorme entrega por el trabajo, su creatividad inagotable, su compromiso militante con las personas en las clases, las reuniones de cátedra y la vida institucional en la FPyCS.

El perfil profesional de Román nos deja un patrimonio para no olvidar: hacer vivir cosas a quienes queremos, probar la sal de la tierra, comprometerse con los demás y trascender las teorías o al menos hacerlas interpelar con las prácticas en territorio, incursionando los deportes alternativos, juegos de pueblos originarios, propuestas de recreación y actividad física.

La figura de Román va a persistir como recordatorio permanente en nuestras lecturas y en nuestros momentos vividos con intensidad y afecto.

Gracias Román.