ACADÉMICA

Por Ana Negrete*

Es difícil pensar algo nuevo por decir después de estos 1000 días, después de haber transitado calles, organizaciones, medios contando la injusticia y reclamando libertad. Repitiendo y repitiendo decenas de argumentos, buscando que muchxs escuchen que Milagro es revolución en una provincia de profunda desigualdad y que por eso está ilegalmente presa.

Quizás lo nuevo es decir que son 1000 días. Que lo que aquella tarde de enero cuando con violencia, ilegalidad y mentira se la llevaban presa pensábamos que sería de unas horas o algunos días, que era parte del capricho de una estupidez que solo un inmoral podía hacer, era en realidad la puesta en práctica de la venganza clasista histórica, con la saña que hemos visto en este tiempo.

Aprendizajes duros los de la venganza; familias pasándola mal, compañerxs cargando al hombro más estigmas y señalamientos asociados a la pertenencia de clase y de organización política; pobreza, humillación y odio multiplicados.

Por aquellos primeros meses decíamos que lo que pasaba en Jujuy era un laboratorio para extender la política del oprobio al país y en ese sentido enunciábamos una consigna “hoy es ella mañana podes ser vos”, intentando mostrar lo que consideramos vertebraba el ataque a Milagro como parte de un plan sistemático y no como un caso aislado. Creo que eligiendo esos dos conceptos no nos equivocamos para denunciar lo que sucedía, empezamos a entender que Milagro no era Milagro era lxs negrxs, lxs humildes, lxs desposeídxs soñando en tener derechos, eran los genocidas en la cárcel, era que lxs nadies nos diéramos cuenta que con organización podíamos tener vidas dignas y más justas.

Empezábamos a denunciar que vivimos en un país con PRESXS POLITICXS, que la estrategia era/ es ir contra la política, única herramienta que tenemos lxs humildxs, lxs laburantes para cambiar la realidad y esa estrategia ponía en el centro del ataque a lxs liderxs populares.

En el corre de estos 1000 días, además, fuimos entendiendo que a la saña que tenía olor a revancha, se le sumaban los componentes sexistas y xenófobos.Y que a la vez el odio revanchista a los gobiernos populares se extendía por la región. Fuimos viendo como las cárceles se poblaban de compañerxs con flacos argumentos y nulos procedimientos legales. Vimos como los medios de comunicación jugaban el “miente, miente que algo quedará” y se subsumían en grandes relatos cinematográficos de hechos poco probados.

Vimos lo que antes no habíamos visto en nuestra vida (si en la historia), con una crueldad que no necesariamente habíamos imaginado pero que si con unos objetivos políticos que habíamos sospechado cuando en la contienda electoral de 2015 nos oponíamos certeramente a la Alianza PRO- Cambiemos.

Sin dudas, estos 1000 días vimos/ vemos la injusticia y la desigualdad multiplicada día a día, minuto a minuto. Pero también, y esto tampoco es nuevo en las causas populares, vimos multiplicarse la lucha y la dignidad.

Vimos a Milagro bancando la lucha docente,  preguntándose Dónde está Santiago Maldonado, pidiendo justicia por Rafael Nahuel, denunciando a la justicia sectaria, clasista y patriarcal, la vimos oponiéndose al FMI y denunciando la persecución a lxs líderes políticxs. Vimos la cara de Milagro multiplicada en miles en nuestras propias caras, vimos su obra, aprendimos sobre ella, levantamos cientos de veces el grito de #Libertad a Milagro Sala y lxs presxs políticxs. Vimos tribunales indignos llenos de dignidad de mujer, pobre e india, vimos amor y lealtad a lxs suyxs y a sus convicciones; durante 1.000 días nos estamos viendo en el lado de la historia que queremos estar; sabiendo que no vamos a descansar hasta que la dignidad le gane al oprobio y la política al sinsentido del marketing; porque como la misma Milagro dijo en el video del cierre del 1er Congreso sobre Feminismos en nuestra Facultad la dicotomía sigue siendo:

“Patria SI o Colonia NO!.”

*Profesora de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP

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