PRENSA

Por Sofía Di Benedetto*

Un 9 de enero de 1927 nació, en un pueblito de Rio Negro, Rodolfo Walsh. Su recorrido, marcado por la literatura, la militancia y la escritura parió, sin saberlo, la forma comprometida de hacer periodismo que aún defendemos hasta el día de hoy.

Su camino por la escritura comenzó tempranamente en 1953, con la publicación de su primer libro de cuentos policiales “Variaciones en rojo”. Pero no fue hasta una tarde de 1956 cuando, jugando al ajedrez en un bar de la ciudad de La Plata  escuchó la frase «Hay un fusilado que vive». Esto daría comienzo a una de las mayores investigaciones de Walsh, logrando un año más tarde la publicación del libro “Operación Masacre” con la ayuda de la periodista Enriqueta Muñiz. No sólo fue la primera novela de no ficción, sino que su importancia de orden mundial se debe a que esta novela esclarece los fusilamientos ilegales en el basural de José León Suárez por parte del gobierno de facto de ese entonces.

Una vez en Cuba, Walsh fundó junto a su colega Jorge Ricardo Masetti la agencia Prensa Latina. Asumiendo allí como jefe de Servicios Especiales en el Departamento de Informaciones de Prensa Latina y logrando descifrar las comunicaciones secretas de la CIA.

En 1973, de vuelta en Argentina, se unió a Montoneros bajo el alias de Esteban. Creó y fue responsable del sector del Departamento de Informaciones de esta organización. Crearon, junto a su amigo Francisco Paco Urondo, la revista «Noticias» donde allí fue redactor.

Durante la última dictadura cívico-eclesiástica-militar, creó la Agencia Clandestina de Noticias conocida como ANCLA en el marco de las estrategias de contrainteligencia de Montoneros.

Ante el primer aniversario de este golpe, Rodolfo Walsh intentó hacer pública una carta que denunciaba, no sólo las desapariciones forzadas, la censura y persecución de militantes políticos durante ese tiempo, sino también el plan económico que castigaba al pueblo argentino con la miseria planificada, sería la Carta abierta de un escritor a la Junta Militar.

Fue el 25 de marzo de 1976 que, armado y en un maletín doble fondo, Walsh llevó para repartir diez copias de este escrito, que las dividiría con su compañera Lilia Ferreyra. Los destinatarios fueron algunas corresponsalías y los diarios más importantes de Buenos Aires pero ningún diario la publicaría sino hasta seis años más tarde. Durante esa misma tarde Walsh fue emboscado y secuestrado por un Grupo de Tareas de la Escuela Mecánica de la Armada.

La investigación, el compromiso y el combate revolucionario son los ejes necesarios para comprender la obra y vida de Rodolfo Walsh. Nos invita a repensar nuestro oficio desde sus vísceras y reflexionar sobre el rol social y político de nuestros intelectuales. Walsh supo dar su vida para enseñarnos que el periodismo es libre o es una farsa.

*Presidenta del Centro de Estudiantes de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP (Conducción Agrupación Rodolfo Walsh)

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