PRENSA

Por José Rafael Clavijo*

Roberto Arlt nació el 26 de abril de 1900 en Buenos Aires y falleció en la misma ciudad 42 años después.

En la dedicatoria en El Jorobadito, Arlt le escribe a su mujer “me hubiera agradado ofrecerte una novela amable como una nube sonrosada, pero quizá nunca escribiré obra semejante. De allí, que te dedique este libro trabajado por las calles obscuras y parajes taciturnos, en contacto de gente terrestre, triste y somnolienta”.

La “novela amable” como la llamó, nunca llegaría. César Aira escribió sobre Arlt, “suele  decirse  ‘Arlt,  nuestro  Flaubert’.  Creo  que  la  aproximación  es  inepta,  y  no  sólo  por  el  abismo  que hay entre un escritor maduro y burgués, y el adolescente visionario que fue Arlt. Flaubert se agota en la  forma,  Arlt  nunca  llega  a  la  forma,  se  termina  en  lo  formal (…) Lo que en la novela europea se hizo a lo largo de quinientos años y mil escritores, en la  Argentina  lo  hizo  Arlt  solo,  en  cinco  años.  Desde  las  profundidades  del  folletín  amorfo”.

Ese quiebre en la literatura argentina lo hizo un escritor que corrió el tema y los personajes en la literatura, “para hacer estilo son necesarias comodidades, rentas, vida holgada. Pero, por lo general, la gente que disfruta de tales beneficios se evita siempre la molestia de la literatura”. Estos nuevos personajes que incluyó Arlt fueron la sirvienta, el facineroso, los inmigrantes y laburantes de principio del Siglo XX que llegaron a Argentina y cohabitaron los conventillos, ambiente y escenario de innumerables Aguafuertes, cuentos, obras de teatro y novelas del autor.

Publicó cuatro novelas: El juguete rabioso, Los siete locos, Los lanzallamas y El amor brujo. Esta  última, publicada en 1932, fue duramente criticada y tratada como una «novela menor» y un “intento fallido” pero, aunque marcó un quiebre en las formas de su estilo, los ambientes y personajes, no se corre del eje de su trabajo; en ella desliza una denuncia a la hipocresía en la vida «semi burguesa», en palabras del autor.

El autor de las famosas Aguafuertes Porteñas en el Diario El Mundo (se han recopilado en libro más de 800, se estima que escribió cerca del doble y muchas no han sido aún editadas), destaca su experiencia periodística como plus “que los escritores argentinos jamás han explotado” y afirma, “a los escritores argentinos les interesan las cosas superfinas, pareciéndose, en esto, a los indígenas de los dominios británicos que en cuanto aprenden a farfullar unas palabras en inglés, dicen e insisten en que ellos son ingleses y no indígenas. Como es natural, los escritores británicos se ríen de esas pamplinas”.

*Profesor de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

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