Reforma Universitaria

PRENSA

Por Carlos Ciappina*

El 15 de junio de 1918, los jóvenes estudiantes de la Universidad de Córdoba lanzaron su “Manifiesto Liminar”. El texto, escrito por Deodoro Roca se dirigía a todos “Los hombres libres de Sudamérica”.

La Reforma Universitaria surgía como la expresión transformadora de jóvenes estudiantes en un contexto nacional y mundial que discutía todos los órdenes establecidos: La Revolución Mexicana se desplegaba en América Latina y un gobierno popular, el de Hipólito Yrigoyen se consolidaba en la Argentina. En el plano internacional comenzaba a emerger la Revolución Soviética y en Europa de posguerra avanzaban los partidos socialistas y comunistas que cuestionaban el orden capitalista.

En ese contexto de transformaciones, la Universidad de Córdoba parecía anclada fuertemente en la Edad Media: se enseñaba derecho canónico (religioso), las cátedras eran “de por vida” y “hereditarias” y al inmovilismo educativo se le sumaba el inmovilismo social y cultural.

Los jóvenes estudiantes se sublevaron en principio contra ese inmovilismo cuasi eclesiástico de la Universidad y, en su manifiesto exigieron: libertad de Cátedra, renovación de las Cátedras por concurso, co-participación estudiantil en el gobierno universitario y mayor vinculación entre la Universidad y la realidad político-social del país. 

Rápidamente, lo que surgió como un movimiento de carácter estrictamente universitario, se transformó un movimiento de alcance nacional y latinoamericano. Bien lo decía Deodoro Roca en 1936: “En la memorable lucha, la universidad fue para la juventud una especie de microcosmos social. Descubrió el problema social. Y ligado a su dramático destino. Bien pronto advirtió que Estado, sociedad, universidad, se alimentaban de la misma amarga raíz. Y los mismos comandos. Las mismas manos manejando los mismos compases. Lo que empezó como defensa contra la toxicidad de los malos maestros, y afán oscuro y torpe de reformar el sistema educacional que los hacía posibles, se convirtió al cabo en proceso al sistema social, que es de donde arranca la dogmática, la regresión y la penuria de la universidad de entonces, y – más visiblemente aún- , de la de ahora”.

La Reforma se expandió por América Latina toda: impactó en el Apra de Haya de la Torre y Mariátegui en Perú, en la Universidad Autónoma de México, en el Partido Comunista y los jóvenes universitarios de la Habana en Cuba, en los jóvenes de la Universidad de la República del Uruguay…..Reforma Universitaria y cambio social en América Latina fueron una misma cosa.

Libertad de Cátedra, Co-gobierno universitario y Extensión Universitaria fueron sólo el inicio. Aún inmersos en la sociedad oligárquica argentina de principios de siglo XX, los jóvenes de Córdoba -y del resto del país, por ejemplo la UNLP- mantuvieron el carácter restrictivo del ingreso.

En 1949, el primer gobierno peronista estableció la gratuidad de la Enseñanza Universitaria en forma total, ni cotas de ingreso, ni de permanencia, ni cobro por certificado o examen alguno. La reforma daba otro paso: se abrieron las puertas universitarias para los hijos/as de los obreros/as y trabajadores/as.

Todas las dictaduras posteriores al golpe antipopular de   1955 atacaron el espíritu y la realidad Reformista: represión, censura de programas y profesores, “Bastones Largos” y finalmente asesinatos y desapariciones.

La recuperación democráticase propuso reinstalar el espíritu y las realizaciones reformistas, aunque la década neoliberal de los 90 dejó a las Universidades Públicas exhaustas, desfinanciadas y desgranada en su estudiantado.

La Reforma , su espíritu y sus realizaciones resurgieron a partir del año 2003: ampliación del co-gobierno con la inclusión de los no docentes ; ampliación de las posibilidades de ingreso y permanencia de los sectores populares con programas de apoyo universitario y la creación de Universidades a lo largo y a lo ancho del país y, en particular en el conurbano bonaerense; construcción de cientos de miles de metros cuadrados de edificios nuevos, laboratorios, bibliotecas universitarias, repatriación de científicos y planes y programas de expansión de la capacidad de investigación pública.

Hoy, la conmemoración de los cien años  de la reforma nos encuentra nuevamente en plena lucha por la vigencia, existencia y ampliación de la Universidad Pública que soñaron los jóvenes de Córdoba y las juventudes maravillosas de los movimientos populares argentinos de los años sesenta y setenta del siglo XX.

Hoy, las máximas autoridades de la Nación -su presidente, Mauricio Macri  – y la máxima autoridad de la Provincia de Buenos Aires  -la gobernadora M.E. Vidal- reiteran, cada vez que tienen la oportunidad- sus ataques a la Universidad Pública, su cuestionamiento al rol social, democrático, inclusivo  y educativo que tienen las mismas.

Hoy, en cientos de miles de jóvenes estudiantes que militan políticamente, en miles de profesores y no docentes organizados sindicalmente y en las demandas de mayor apertura e inclusión, nos reconocemos como herederos y continuadores de la reforma Universitaria en tanto y en cuanto esta sea Nacional, Popular, democrática  feminista y comprometida con un modelo de nación en donde todas y todos estemos incluidos.

*Profesor y director de la Licenciatura en Comunicación Social de la Facultad de Periodismo de la UNLP

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