PRENSA

Por Carlos Ciappina*

Para comprender la dimensión del libertador, a veces es conveniente comenzar por el principio. José de San Martín nació un 25 de febrero de 1778 en Yapeyú. Yapeyú es hoy, en el año 2020 un pueblito de no más de diez cuadras por diez cuadras y 2100 habitantes.

Imaginemos la casa natal de San Martín –cuyas ruinas están hoy aún en pié- en aquella época , en Yapeyú  a escasos doscientos metros del Río Uruguay y en una gobernación –la Gobernación llamada de Las misiones guaraníes – que estaba en una zona completamente marginal del Imperio.

Lima y Potosí eran las regiones que le interesaban al imperio colonial español en América del Sur y el niño José de San Martín nacía en un área secundaria del mismo. ¿Cómo llegar desde allí, desde ese espacio apartado de la América del Sur a liberar tres países y la América toda junto a Simón Bolívar?

La historia no la hacen individuos aislados, la historia es una construcción colectiva. Pero esa construcción colectiva –en este caso la emancipación americana- necesita, muchas veces,  de personalidades excepcionales. José de San Martín fue una de esas personalidades excepcionales.    

Si bien Yapeyú no era un lugar muy relevante en términos económicos; si tenía una enorme riqueza cultural y social: miles de guaraníes vivían allí y San Martín vivió sus primeros años entre ellos. Toda su vida se referiría a los indios como nuestros “hermanos los indios”. Yapeyú y la gobernación eran también una zona de disputa con la monarquía portuguesa. Las invasiones y la captura de guaraníes para llevarlos como esclavos al Brasil eran una constante desde la época de las misiones jesuíticas. De ese rincón del interior de la América del Sur saldrá nuestro libertador: tierra donde españoles, criollos, guaraníes, esclavos y brasileños convivían en un equilibrio muy inestable y en sociedades muy injustas.

¿Cuánto marcó al futuro general ese territorio? No lo sabemos con precisión, pero siempre fue San Martín favorable a la emancipación de indios y esclavos; también –por su origen en las misiones- la elite peruana lo apodó “el cholo” que quería decir – en esa América española racista-  provenir de un lugar “racialmente inferior”.

A los cuatro años – ¿u ocho? Hay dudas entre los historiadores, el niño José de San Martín dejaría Yapeyú para ser llevado a Buenos Aires y desde allí a España, a incorporarse al ejército de su majestad el rey.

Treinta años después, luego de luchar en 17 batallas por el rey y contra la invasión napoleónica, aquel niño de las misiones retorna a Buenos Aires en 1812 para luchar por la emancipación americana. ¿Qué lo motivó? ¿Porqué abandonar las tropas realistas? ¿No era un español –y las crónicas relatan que hablaba como español- ya hecho y derecho?

Preguntas difíciles con respuestas inciertas. ¿Qué podemos afirmar al respecto haciendo honor a la verdad histórica? ¿Cuáles son los hechos indudables que explican el trayecto del libertador? He aquí algunos de ellos:

La dimensión Sanmartiniana fue siempre Americana, nunca particularista. San Martín no funda el “ejército argentino”, comanda el cuerpo de Granaderos a Caballo (que lo acompañará por todas sus campañas americanas), luego se hace cargo del “Ejército del Norte” y finalmente será el general del Ejército de los Andes donde conviven correntinos, santafesinos, cuyanos, bolivianos, chilenos, peruanos, jujeños, riojanos, porteños…..El Ejército que comanda San Martín es pluriregional y sudamericano. Los recursos para sostenerlo vendrán muy pobremente desde Buenos Aires, siendo la región de Cuyo y sobre todo Chile el sostén económico del mismo, en especial en la costosa campaña Peruana (que fue naval y terrestre). Por el contrario, los porteños irán  retirando su apoyo, apoyo que retirará totalmente a partir de 1821 al crecer nuevamente la influencia de Rivadavia (a quien San Martín detestaba profundamente).    

San Martín tuvo siempre un fuerte compromiso político: lejos de ser “el santo de la espada” , cuando tuvo que intervenir en política lo hizo a conciencia de que esa dimensión era imprescindible a los fines de alcanzar la emancipación: Supo ganarse el apoyo del gobierno  (El Primer Triunvirato en 1812) para que le permitan crear un nuevo regimiento: el de Granaderos a Caballo; convenció al Segundo Triunvirato  de que la estrategia de ir por el Norte contra el Perú era una quimera y, tras cartón se hizo designar por el nuevo Director Supremo Posadas como gobernador de Cuyo, convencido de que sólo desde el control político podía organizar la campaña de los Andes. Presionó a fondo a los delegados de las Provincias Unidas en el Congreso de Tucumán para que dejaran de dudar y de temer y declararan la Independencia, y que además lo fuera “de toda dominación extranjera”. Luego del triunfo en Maipú dejó  en Chile a un general absolutamente leal a la causa americana como O´Higgins y llegado al Perú, buscó ser designado Protector del Perú, a los fines de reiterar la estrategia de acumulación de poder para terminar la emancipación americana. Y cuando la elite conservadora del Perú le cuestionó su liderazgo y Buenos Aires (bajo la Influencia de Rivadavia) le retiró su apoyo en 1822; el General tuvo la lucidez política para acordar con Simón Bolívar una salida que dejaba intactas las fuerzas emancipadoras al mando del venezolano. La política fue, como se ve, una de sus grandes habilidades junto con su capacidad militar.

Esta perspicacia política estaba sustentada en ese sólo gran principio orientador: la emancipación del imperio español y del absolutismo. Así, el general se negó terminantemente a involucrarse en las guerras civiles posteriores a la independencia; en particular rechazó las órdenes del gobierno porteño para que se ponga al frente de las tropas del ejército libertador para luchar contra los caudillos federales y en la misma línea se opuso terminantemente a la injerencia extranjera inglesa y francesa que en alianza con  los unitarios atacaban territorio americano. Desde este convencimiento no dudó en legarle su sable corvo al Gral. Juan Manuel de Rosas como reconocimiento a la lucha sostenida contra los bloqueos anglo-franceses (con apoyo de los unitarios desde Montevideo) que intentaban doblegar las medidas soberanas de la Argentina.    

El general José de San Martín vivió sólo 17 de sus 72 años en América y de esos años sólo 11 en su vida adulta. En esos once años recorrió el litoral y el norte argentino, atravesó los Andes y recorrió los valles de Chile; surco el Pacífico y se internó en el Perú, construyó una fuerza político-militar con argentinos, bolivianos, peruanos y chilenos. Toda su vida posterior la dedicó a defender la causa americana en cada una de las intervenciones europeas contra los nacientes países latinoamericanos.

Este general nacido entre el río, la selva y los guaraníes sigue esperando que la historia popular lo recupere y le haga justicia y que deje de ser el estandarte de las elites liberales argentinas (que lo combatieron ferozmente durante su lucha emancipadora); para ser el libertador para la  verdadera emancipación de los pueblos de la América Latina.   

*Profesor de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP

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