PRENSA

Por Claudio Panella*

Existe consenso generalizado acerca de la importancia que reviste María Eva Duarte de Perón en la historia argentina cuando se cumple hoy el 101 aniversario de su natalicio. Es ampliamente conocida su labor pública luego de 1946: su viaje a Europa, el impulso dado para la sanción de la ley de derechos políticos de la mujer, la obra social en la Fundación que llevó su nombre, su renuncia a la candidatura a la vicepresidencia de la Nación, la congoja que produjo su fallecimiento, el derrotero de su cadáver luego del derrocamiento del gobierno de Juan Perón. Menos conocido para el gran público es su temprano compromiso con la defensa de los derechos de los trabajadores de la cultura, que a continuación se recuerda.

Eva Duarte nació en la localidad de Los Toldos, partido de General Viamonte, ubicado el noroeste de la provincia de Buenos Aires, el 7 de mayo de 1919, hija natural de Juan Duarte y Juana Ibarguren, hermana menor de Elisa, Blanca, Juan y Erminda. Pasó allí parte de su niñez y luego se trasladó a la cercana ciudad de Junín, donde cursó sus estudios primarios para, a los 15 años, trasladarse a Buenos Aires en busca de mejores posibilidades laborales, de la misma forma que miles de migrantes internos que abandonaron sus lugares de origen como consecuencia de la crisis económica de 1930 para dirigirse a las grandes ciudades, especialmente la capital del país. Tenía aspiraciones artísticas que trató de materializar en la gran ciudad peregrinando por distintas compañías de teatro, trabajando en pequeños papeles hasta que, lentamente, fue logrando el reconocimiento de colegas, medios dedicados el espectáculo y público en general. También obtuvo papeles en varias películas hasta que en 1939 se incorporó a un elenco de radioteatro en momentos en que la radiofonía ingresaba en un período de gran expansión. Y además se afilió a la Asociación Argentina de Actores (socia n° 639/0).       

Años después, ya poseedora de reconocimiento y popularidad, aparece como una de las socias fundadoras de la Asociación Radial Argentina (ARA), entidad gremial constituida el 3 de agosto de 1943 para defender los intereses de los trabajadores de la radiofonía, la que presidiría al año siguiente. La ARA será reconocida oficialmente el 6 de mayo de 1944, tal como lo informó en su momento la prensa: “La Secretaría de Trabajo y Previsión ha resuelto reconocer en su carácter de entidad representativa gremial a la Asociación Radial Argentina, cuya presidencia ejerce la señorita Eva Duarte, siguiendo así la norma de habilitar a una determinada institución para que en las cuestiones de trabajo peticione, en nombre de sus representados, ante las autoridades nacionales”. 

Al año siguiente, Eva declararía en una publicación: “Desde que estoy en el ambiente he tratado, por todos los medios a mi alcance, de contribuir al mejoramiento de la condición del artista. Actuaba en organismos gremiales antes de ser presidenta del que ahora los agrupa a todos en radio. Entonces, como ahora, todas mis energías las había puesto en favor de los derechos del artista, a cuya familia pertenezco. Muchas ventajas positivas se han logrado. Muchas están en trámite y han de ser realidad a corto plazo”.

Este rol de Eva como dirigente gremial, se condecía perfectamente, como lo afirma Norberto Galasso, “con la pobreza de su niñez y la falta de protección en sus relaciones con las patronales teatrales, cinematográficas y radiofónicas en los años treinta y a su vez no solo en el pasado sino que explica también que de pronto Evita se constituya en representante de los obreros recogiendo problemas y definiendo posiciones respecto a la cuestión social”.

*Docente e investigador de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, UNLP.

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