PRENSA

Por Vilma  Sanz*

Porque hoy 18 de mayo, se celebra el Día de la Escarapela. Esa fecha errática y confusa que llevó al dicho popular que aquello que difícilmente pasara o no pasaría nunca, pasaría “el día de la escarapela”.

Y como los dichos populares tienen una base de realidad, esto sucedió por la cantidad de fechas a las que se asignó como “día de la escarapela” a lo largo de nuestra historia, desde que el mismísimo Manuel Belgrano reclamara al Triunvirato, por carta del 12 de febrero de 1812, una insignia que identificara a sus tropas, que no tenían un uniforme común y a los que había que diferenciar de las rojas realistas. Las propuso celeste y blancas.  Y como el Triunvirato se lo autorizó, quince días después redobló la apuesta y “Siendo preciso enarbolar la bandera, y no teniéndola, la mandé hacer celeste y blanca, conforme a los colores de la escarapela nacional…».Otra paradoja: tampoco se celebra su día el de su creación sino cuando falleció su creador.

Ahora bien, la idea de “identificarse” de otros y marcar pertenencia pública a una causa común, proviene de los primeros atisbos de nacionalidad: la oposición a las Invasiones Inglesas en 1806 y 1807, con el celeste y blanco de los Patricios y las jornadas de reclamos vecinales frente al Cabildo de Buenos Aires en 1810, que eran al menos, cintas blancas.

En ambas ocasiones, andar por las calles estrechas con una insignia en la ropa era la clave y “santo y seña” para reconocerse, pertenecer y relacionarse al bando correcto. Lo que convertía a esa escarapela en toda una declaración pública. Nada de mensajitos reenviados o nombres de fantasía en las cuentas de redes sociales, era literal “poner el pecho” en el bando tomado y a la mirada pública.

Por esa razón, esos trozos de tela, lanas, cerámicas, papeles o témperas con la que la habremos construido a lo largo de la vida son tan importantes: tanto que su creación precede a todos nuestros otros símbolos patrios y cada vez que se aspiró a unificar nuestra nacionalidad se recurrió a ella. Desde los/as/es primeros docentes bonaerenses, en días oscuros de 1934, que propusieron un día para conmemorarla, pasando por las investigaciones del Círculo Militar de 1941 (¿Y si se quebraba la neutralidad y se entraba en una guerra que era mundial?), que fueran tomadas para incorporar la celebración a donde se fijara en los corazones del futuro desde el hoy de 1951: el Calendario Escolar. Claro que esa vez también fue anulada por los “libertarios liberticidas”, hasta que la Nueva Escuela de los años 60¨la devolvió a la agenda fundante a través del Consejo Nacional de Educación: el Calendario Escolar Nacional, un 18 de mayo.

Y el 18 de mayo de 2020, Día de la Escarapela en cuarentena, nos encuentra en casa, guardados de esta pandemia mundial, sin encontrarnos en las calles, las aulas, las ferias y las oficinas. Pero ahora es cuando debemos recordar que estamos unidos todos/as/es y colocarnos la escarapela: para la videoconferencia, en los perfiles oiconos de las redes sociales, a los/as/es niños que están en casao en los tapabocas, si nos toca salir porque es indispensable, prioritario o lo pide nuestra mascota. Volvamos a elegir la común unidad de la Patria usando escarapela, para recordarnos el compromiso y los acuerdos elegidos entre todos/as/es.

*Profesora de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

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