PRENSA

Por Zulema Enriquez*

El 5 de septiembre se conmemora el Día de la Mujer Originaria recordando a Bartolina Sisa, luchadora originaria, una de las líderes de la rebelión quechua-aymara que luchó contra el sistema colonial en febrero de 1781 en La Paz, Bolivia. Al frente del ejército aymara, junto a su esposo Tupac Katari  cercaron  la ciudad de La Paz con la participación de 40 mil aymaras y quechuas.

Bartolina como muchas mujeres luchadoras de la historia de los pueblos fue  secuestrada, torturada, vejada, separada de su familia e invisibilizada por los relatos oficiales. Historia acostumbrada a homenajear hombres hegemónicos.

Para pensarnos en sociedades más igualitarias es necesario  repensar sobre el rol de las mujeres en la historia. En los pueblos originarios, en el principio de igualdad entre los  pueblos, que se reproducen en los modelos hegemónicos de sociedad que reproducimos.

Conmemorar  a las mujeres originarias es disputar las agendas en los medios, en la coyuntura, la presencia de lo indígena en la agenda de la política nacional, entendiéndonos como actrices y actores políticos de la sociedad.

La  realidad de las mujeres indígenas está atravesada por  tres opresiones: de etnia-pueblo, de género y de clase, dando cuenta de la discriminación de la cual son víctimas y el sistema reproductor de desigualdades sociales.  En estos contextos es necesario reivindicar el protagonismo de las mujeres originarias no solo en la historia sino en los procesos políticos de construcción de pueblos más libres, soberanos y emancipados.

Los cambios necesarios que deben darse socialmente para combatir la discriminación y la desigualdad no está en mirar en políticas hacia afuera, sino todo lo contrario, mirando hacia adentro, al pasado, hacia su  propio origen.  La idea de que “El Buen Vivir” (de la cosmovisión andina) solo es un símbolo metafórico toma sentido y cambia cuando se entiende el sentido político del mismo. Cuando se supera el misticismo de “lo indígena”, cuando se entiende que la conciencia no pasa por la clase o por viejos tratados de cómo debe ser una sociedad. Es la posibilidad de vivir de manera más igualitaria, en la diversidad y pluralidad de las identidades, con derechos, y justicia social para ser pueblos más emancipados. Jallalla.

*Directora de la Dirección de Pueblos Originarios “Emilia Uscamayta Curi”

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