PRENSA

Por Carlos Ciappina*

“Nosotros queremos que el estudiantado logre los objetivos que se fije: sabiendo que solamente puede alcanzárselos mo­vilizados con un proyecto y no detrás de consignas coyunturales…a diario tenemos el derecho y la responsabilidad de ejercitar nuestro poder de decisión: el cogobierno en nuestra Escuela”. Primera Plataforma electoral, Agrupación Rodolfo Walsh  1985.

Hay fechas que resultan paradojales. Justamente sesenta años antes (en 1934) se creaba la primera Escuela de Periodismo en un acuerdo entre el Círculo de Periodistas y la Universidad Nacional de La Plata. La primera de  América Latina.

Desde aquel momento, las peripecias fueron varias: lo que  se inició como Escuela Argentina de Periodismo, luego Escuela Superior de Periodismo y Comunicación Social atravesará  décadas tumultuosas política y académicamente:  siempre mejorando su cuerpo docente, con la presencia de grandes maestros/as de la profesión, siempre movilizada políticamente y con una actitud propositiva y militante por parte de sus estudiantes.

Pero fue en la última dictadura -la que desapareció a nuestros 30.000 compañeros/as/es- la que intentó cerrar la Escuela y, si bien no lo logró totalmente, sí descargó su furia represora sobre docentes, no docentes y estudiantes. Resultaba claro, después de la dictadura, que la “Escuelita” tenía que tener otra dimensión institucional: debía ser Facultad y adquirir todos los atributos que le dieran  igualdad frente a las otras Unidades Académicas de la UNLP.

¿Será un proceso fácil? Para nada. Modificar lo instituido nunca es sencillo. Había habido tres propuestas de creación de una Facultad –una en 1975, interrumpida por la dictadura- y dos en 1983 (aún bajo el gobierno dictatorial). Ninguna –en algunos casos por suerte!- se había concretado.

El retorno democrático marcó otro impulso para la Escuela: les estudiantes – de todas las agrupaciones- comenzaron a movilizarse por la creación de la Facultad y la lucha por una Facultad de Periodismo se reinició con más fuerza militante.

La “Escuelita” hacía mucho que había dejado de serlo: su prestigio académico que con la participación de enormes docentes y periodistas en sus aulas traspasaba las fronteras de la ciudad y aún del país, con una renovación completa de sus planes de estudio (1989), con actividades de investigación y aún de posgrado era evidente que ya no “cabía” en el formato de una Escuela. Su funcionamiento en el edificio de calle 44 era –también- una muestra de ello: era una peripecia armar las clases en ese ámbito que todos recordamos con cariño pero que era cada vez más pequeño en relación con el aumento de estudiantes de cada año.     

Por estas razones docentes, no docentes y graduados se sumaron a la demanda de pase a  Facultad lo que significaba  mayor autonomía, mayor presupuesto, mejor desempeño académico y la decisión de los propios claustros de la todavía Escuela sobre sus destinos.

Deberían transcurrir aún diez años para que finalmente el Consejo Superior aprobara la creación de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Un 24 de Octubre de 1994, el patio central del edificio de Rectorado de la UNLP se vio repleto de agrupaciones estudiantiles, docentes y Nodocentes que venían en pos de un objetivo claro: Que el Consejo Superior aprobara la creación de la Facultad. Día soleado y claro el de aquella primavera de 1994. Pocas buenas noticias deparaba la realidad nacional de esos años en pleno despliegue de políticas neoliberales, pero en todos/as/es los/as/es presentes en el Rectorado finalmente se dibujó una sonrisa: la Facultad de Periodismo y Comunicación Social era un hecho. Se iniciaba una nueva etapa en donde, por fin, docentes, Nodocentes, estudiantes y graduados/as/es serían los dueños de los destinos políticos académicos de la Facultad.  Un claro día de justicia. 

*Director de la Licenciatura en Comunicación Social de esta casa de estudios.

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