2 de abril Malvinas: herida abierta, memoria permanente

DERECHOS HUMANOS

Por Claudio Panella (´*)

La guerra de Malvinas fue un acontecimiento histórico de enorme trascendencia para la sociedad argentina. Traumático, de abordaje problemático, ocurrido durante la dictadura más sangrienta que soportó el país, en él confluyen razones, emociones y justas reivindicaciones. Una sucinta reseña del conflicto bélico nos dice que cuando asumió la presidencia de la Nación el general Leopoldo Galtieri, en diciembre de 1981, anunció que “las urnas están bien guardadas”, dejando en claro que no había plazos para el retiro de los militares del poder. Sin embargo, el deterioro socioeconómico se hacía sentir, a tal punto que la Confederación General del Trabajo convocó a una marcha de protesta a la Plaza de Mayo el 30 de marzo de 1982, que fue duramente reprimida por el gobierno. También, el ejercicio del terrorismo de Estado, con su secuela de desapariciones y muertes, cada vez más difícil de ocultar, denunciado por los distintos organismos de derechos humanos, fue sumando opiniones críticas.

El día 2 de abril, tropas argentinas desembarcaron en las Islas, redujeron la escasa guarnición británica y procedieron a ocuparlas. Los militares lograron alinear a la sociedad detrás de un reclamo histórico, el de nuestra soberanía de las islas ocupadas por la fuerza por los ingleses desde 1833, por lo que recibieron un apoyo entusiasta de la población. Un ambiente de ingenuo triunfalismo recorrió todos los rincones del país, donde los medios de comunicación jugaron un rol determinante en la desinformación y en la tergiversación de lo que estaba sucediendo.

Se recibió el apoyo declarativo y moral de los países sudamericanos y de los No Alineados, pero Gran Bretaña, gobernada por Margaret Thatcher, logró que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas declarara a la Argentina país agresor. Además, obtuvo el incondicional respaldo político y militar de los Estados Unidos, a través de su presidente Ronald Reagan, y de la Comunidad Económica Europea. A partir de allí Gran Bretaña se propuso recuperar las islas enviando una poderosa escuadra naval, que finalmente llegó al archipiélago. El 1° de mayo comenzó el ataque aéreo, seguido de la ocupación terrestre, que no pudieron evitar las tropas argentinas, formadas en su mayor parte por soldados conscriptos mal entrenados y peor alimentados, pese su heroísmo innegable. La rendición se produjo el 14 de junio. Finalizaba así, de la peor manera, una irresponsable aventura militar que tuvo un costo humano enorme: 1.729 víctimas (647 muertos y 1.082 heridos).

En la imperiosa necesidad de separar el legítimo reclamo de soberanía de la acción bélica llevada a cabo por la dictadura, el camino a recorrer, largo y difícil sin dudas, debe pasar por lo que explicita nuestra Constitución Nacional (Disposición Transitoria Primera), al afirmar que la Nación Argentina “ratifica la legítima e imprescriptible soberanía del país sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del Derecho Internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”. El lema Memoria – Justicia – Soberanía debe acompañar, siempre, este objetivo.

(*) Docente de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social UNLP

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