DERECHOS HUMANOS

Luciano Sanguinetti, Secretario de Extensión, FPyCS.

Habrá que finalmente tomárselo en serio. El presidente es un converso. Por lo general, estas personas tienen una relación de literalidad con las palabras. No es broma cuando dice que quiere destruir el Estado. Ese es su objetivo y, a menos que alguien se lo impida, lo concretará.

El caso de las Universidades Públicas es un ejemplo. La saña con ellas comenzó apenas asumió la presidencia cuando repitió el presupuesto de 2023 para las casas de estudio. Con una inflación anual cercana al 300%, esto significa una reducción del 72%, como lo afirma el último informe del CIEN (Centro de Investigación de la Economía Nacional), instituto que monitorea los presupuestos universitarios. En lo que va del año, los docentes ya perdieron un 50% de sus ingresos, a lo que se agrega el desmantelamiento del Conicet o la eliminación del Ministerio de Ciencia y Tecnología.

A esa campaña de ahogo económico, se le suma la campaña de desprestigio. Con la letanía del adoctrinamiento, el presidente Milei pretende deslegitimar una de las instituciones de mayor prestigio de la Argentina, con tres universidades (la de Buenos Aires, Córdoba y La Plata) en el podio de las 100 mejores universidades del mundo. Junto con la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), un faro científico-cultural en toda la región, las Universidades Nacionales tiene su propio sistema de gobierno basado en la autonomía, la autarquía y el cogobierno, base del trípode de enseñanza, investigación y extensión que le legara la Reforma Universitaria de 1918.

Por supuesto, un sistema que está muy lejos de las verdades reveladas que inspiran al presidente, una megalomanía que rinde culto a los próceres de la “neoreacción global” como Murray Rothbard o Von Mises, cuyo único objetivo es abolir el Estado. Con hitos inestimables como la gratuidad de la enseñanza de grado en el 1949 impulsada por el General Perón, la normalización democrática restituida por el Presidente Alfonsín, la creación de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Académica (CONEAU), promovida por Carlos Menem, la ampliación de las ofertas académicas tanto en el campo de las ciencias como en el territorio, desarrolladas en el gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Kirchner, hoy, el sistema, alberga los sueños de más de dos millones de alumnos repartidos en todo el país.

Pero las universidades públicas no sólo son un servicio educativo, sino también un servicio social como el reconocido Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires o la atención odontológica que brindan gratuitamente las facultades de Odontología a comunidades que no podrían acceder a estos bienes por otro medio.

Milei no está atacando solamente un modo de enseñar e investigar, también está atacando, con su perspectiva mercantilista decimonónica, un espacio de formación de ciudadanía política de enorme trascendencia. Las universidades han sido instituciones claves en la recuperación democrática, en la defensa de los derechos humanos, en la formación social de un país más solidario.

Desde hace años los que formamos parte de las universidades públicas las defendemos en las aulas, en los laboratorios, en los claustros, hoy nos toca defenderlas en la calle. Marchemos este martes 23 de abril por las Universidades Públicas, también lo hacemos por la democracia y un modelo inclusivo de desarrollo.

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