PRENSA

Por César Cigliutti*

Fue hace 36 años que se fundó la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) en la discoteca Contramano, cansadas de las razzias policiales, de estar en comisarías y cárceles y de vivir con miedo. Yo me uní a los meses, con curiosidad pero seguro de que sería un compromiso serio, porque ya había definido cómo iba a vivir con mi identidad, sin ponerla a consideración de nadie.

Y fui a la sede y me atendió Carlos Jáuregui y nos fuimos haciendo hermanas. Y terminé coordinando el área de prensa y difusión mientras Carlos enfrentaba a los medios de comunicación, a la sociedad y a nuestra propia comunidad. Pero éramos cientos que lo respaldábamos y que trabajábamos todos los días en la sede.

Todo era nuevo, todo se debatía, todo era convicciones, todos poníamos dinero para pagar la sede y los materiales. Y Carlos aportó el marco de los Derechos Humanos que nos elevaron a una política superior y unívoca.

Y llegó la pandemia del VIH Sida y tuvimos que seguir aprendiendo. Hacer campañas de prevención y contraatacar a la Iglesia y conseguir la personería jurídica para ser legales y pelearla en ámbitos jurídicos y  legislativos. Y salimos al espacio público para mostrarles quiénes éramos y por qué luchamos y todo eso rapidito y armadas con argumentos y razones, que siempre las tuvimos y esa era nuestra ventaja.

Y nos enfrentamos con presidentes, ministros, gobernadores, periodistas, arzobispos y hasta el mismo Vaticano. Y salíamos a cualquier hora de la madrugada a buscar a las personas detenidas y antes de entrar a las comisarías les mostrábamos nuestros documentos para que vean quiénes éramos y que no nos detendríamos.

También hacíamos conferencias para que nuestra comunidad se enterara de sus derechos de la pandemia del Sida y venía Pedro Cahn en un auto casi destartalado para responder las angustias porque no existían drogas, ni tampoco el fax y menos la Internet. Lo hacíamos por correo, con máquinas de escribir manuales y con los que se daban maña con el arte y el discurso.

Teníamos y lo seguimos teniendo un servicio gratuito de temas legales y de salud. Arreglamos los baños del Hospital Muñiz donde nos tiraban por ser portadores. Con la discoteca Bunker pusimos vidrios a las ventanas, azulejos y agua caliente, porque ni eso había en pleno invierno para nosotras que teníamos fiebre. Y perdimos a cientos de compañeros y murió Carlos y una parte grande de mí.

Hicimos la Marcha del Orgullo y esa fue la primera vez que usamos la palabra orgullo y esa fue una conquista épica porque el corazón empezó a latir con un sentimiento inmunológico, y eso fue sólo el comienzo.

*Presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA)

Fotos: Archivo de la CHA

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