PRENSA

Por Marina Arias *

«El héroe verdadero de El Eternauta es un héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así, aunque sin intención previa, mi sentir íntimo: el único héroe válido es el héroe en grupo, nunca el héroe individual, solo».

H.G.Osterheld

1. Hoy, 27 de abril de 2020, se cumplen 43 años del secuestro de Osterheld a manos de la última dictadura cívico-militar. Tenía 58 años y además del más grande guionista de aventuras que tuvo la Argentina, Osterheld fue dibujante, periodista, escritor, geólogo y divulgador científico. No sólo escribió la historia de Juan Salvo sino otras obras maestras de la historieta como Bull Rocket, MortCinder, Ernie Pike y Sargento Kirk, y alguna vez dijo que elegía ese género porque quería llegar a los jóvenes.

Lo secuestraron en La Plata.

Según testimonios de sobrevivientes estuvo cautivo en los centros clandestinos de Campo de Mayo, el Vesubio y “el Sheraton”, una comisaría de la localidad matancera Villa Insuperable, mientras su salud se iba deteriorando cada vez más.

La dictadura también secuestró a sus cuatro hijas, dos de sus yernos y presumiblemente dos de sus nietxs (Marina y Diana estaban embarazadas).

2. Punto Impropio es una videoinstalación de Albertina Carri basada en las cartas que les envió a ella y sus hermanas, su madre, Ana María Caruso, durante el año que estuvo secuestrada en “el Sheraton”. Las cartas son conmovedoras: llenas de consejos maternos y recomendaciones de lecturas, con una incansable y lógica necesidad de saber sobre la cotidianeidad de sus hijas. En una de las esquelas—que también está citada en Los Osterheld, la exhaustiva biografía familiar escrita por Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami—Ana María les cuenta “Aquí estamos bastante bien. Ahora está con nosotros ‘el Viejo’, que es el autor de El Eternauta y del Sargento Kird (sic), ¿se acuerdan? El pobre viejo se pasa el día escribiendo historietas que hasta ahora nadie tiene intenciones de publicarle (…)”.

3. El pensamiento de Osterheld siempre fue humanista: sus personajes se caracterizan por ser hombres comunes en situaciones extraordinarias. Pero fue en 1969, con la publicación de Vida del Che, que se inició en la historieta política abiertamente. En paralelo, sus cuatro hijas empezaron a militar y a hacer trabajo social en villas. Ese compromiso marcaría a su vez el del padre: los cinco terminaron ingresando a Montoneros. Osterheld empezó colaborando con la estructura de prensa y difusión, y ya en la clandestinidad, realizó tareas de enlace hasta su secuestro.

Su nieto, Martín Osterheld, quien en ese entonces tenía tres años, estuvo con él unas horas en el Vesubio.

Durante el primer año de su desaparición,  Osterheld fue galardonado en un festival de historieta italiano. A  recibir el premio subió el representante de Amnesty Internacional. Y Hergé, el autor de la universalmente famosa Tintín, le escribió al propio Galtieri pidiéndole por su colega.

No hubo respuestas.

El rastro de Osterheld se pierde en 1978.

Aún continúa desaparecido.       

Nota final: hay algo onírico en escribir estas líneas en plena pandemia, cuando en las redes sociales circulan imágenes de personas con trajes más improvisados que el de Juan Salvo, las calles están desiertas y la representación del coronavirus se asemeja tanto a un copo de nieve como los que caen en aquella Buenos Aires osterheldiana. Es como si la historieta legendaria hubiera salpicado de sentidos a nuestra realidad más inmediata. O como si Osterheld hubiera querido advertirnos, también desde lo icónico, que “el único héroe válido es el héroe en grupo”.

La salida es colectiva.

En 1957. Ahora. Y siempre.

*Escritora y profesora de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP

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