una persona sostiene un cartel con la leyenda migrar es un derecho

DERECHOS HUMANOS

Las vidas que sí nos importan

Por Zulema Enriquez(*)

Cuando hablamos de diversidad en la conformación de nuestras sociedades, pensamos en las culturas que se mezclaron, o las originarias propias de cada territorio, la llamada hibridación y mestizaje, y se rescata la interculturalidad y la pluriculturalidad desde lo simbólico, político y material. Pero esa interculturalidad está también atravesada de exclusión y violencia, de marginación, discriminación y desigualdades sociales y económicas, que muchas veces la interculturalidad maquilla.

Hace unos días se encontraron al menos 50 personas muertas descubiertas en el remolque de un tráiler a las afueras de San Antonio, en la frontera de Estados Unidos, tras cruzar la frontera de México, un lugar habitual en el que paran vehículos para bajar a inmigrantes tras cruzar la frontera de manera clandestina. Ese día la temperatura en San Antonio alcanzo los 40°C. La gente murió sofocada por el calor, varios niñes todavía están siendo tratados en el hospital. Las víctimas eran de México, Honduras, El Salvador y Guatemala. Ya hay detenidos (latinos) por el hecho, tráfico de personas, aunque para algunes sea el sueño americano.

Según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, en inglés) detecto en el año fiscal 2021, a más de 1,7 millones de indocumentados en la frontera con México. Las promesas de Joe Biden, que prometieron revertir las duras políticas migratorias de Trump, todavía siguen siendo a futuro.

Existen organismos internacionales que constantemente denuncian la trata de personas en el mundo, las agencias de la ONU para los migrantes y refugiados denuncian constantemente hechos delictivos. Según el Proyecto de Migrantes Desaparecidos de la OIM, casi 3000 personas han sido reportadas como desaparecidas o muertas tratando de cruzar la frontera de México a Estados Unidos desde el 2014. Esta última tragedia eleva el número total de muertes en los primeros seis meses del año a 290.

Cuando estas noticias se hacen noticiables nos impactan, las muertes, el desarraigo, la deshumanidad y la miseria, que ocupan los principales titulares de los medios, parece importar y preocupar a la humanidad,a la sociedad, las vidas que duelen, al menos por un instante solidario.

Ahora constantemente vivimos violencias de exclusión y marginación a migrantes, pero parecen no tener la misma dimensión, hablamos de las relaciones que construimos y que hacen a nuestra sociedad.

Los discursos de odio, la estigmatización y las narrativas discriminatorias que vemos reflejados en nuestra sociedad y hasta de dirigentes políticos no generan las mismas reacciones de empatía, dolor y preocupación. Muy libremente se esbozan discursos de odio, legitimados por personalidades de la política o la mediatización, como Javier Milei, diputado y líder de Libertad Avanza cuando dice que; “Los extranjeros entran al país a disfrutar lo que pagan los locales” (Programa de TV Intratables, 19 diciembre de 2017). También el ex presidente de la Nación Mauricio Macri, destacó que “hay una inmigración descontrolada y el avance de la delincuencia y el narcotráfico”, refiriéndose a un conflicto habitacional en Villa Soldati y haciendo responsable del mismo a los inmigrantes.

Macri además es quien llevo políticas más duras respecto a las personas migrantes en Argentina, con el Decreto de Necesidad y Urgencia 70/2017, sancionado el 27 de enero de 2017, donde se viola la Ley de Migraciones 25.871 sancionada por Néstor Kirchner en el 2003, que reconoce que migrar es un derecho humano, rompiendo paradigmas racistas y excluyentes para los migrantes. Hay un sector de la sociedad argentina que destaca a la Argentina como un crisol de razas, (imaginario y relato construido por las clases dominantes en el marco de la construcción del Estado Nación) destacando a les argentines como descendientes de europeos, los antepasados españoles, italianos, ucranianos, etc, siempre europeos. La inmigración que si enorgullece a la historia. Por otro lado el referente de Juntos por el Cambio, Miguel Ángel Pichetto también es reiterativo con su pensamiento xenófobo, se refirió al conurbano bonaerense ante el crecimiento de la pobreza y la desigualdad dijo, “Desde que tengo uso de razón siempre hubo déficit habitacional, además tenes una estructura migrante permanente, en la Argentina te entran 300 mil pobres por año”, refiriéndose a les migrantes.

Estos discursos ahistóricos, universales y descontextualizados parecen convertirse en verdades legitimadas, que se replican, y toman fuerza a la hora de la circulación. El neoliberalismo en voces de estos representantes y muchos más, colonizó las miradas y los discursos con un ataque sistemático a la política y también a la otredad definida como emergente, y que atenta a la sociedad legitimada (quizás el ser nacional argentine, homogeneizante) convertido en amenaza al ser nacional.

Para los excluidos el olvido, casi sin resistencia

Los Estados ante situaciones políticas y economías criticas necesitan chivos expiatorios y les extranjeres pobres son víctimas ideales, traducidos en peligro para la sociedad, defender los de adentro frente a los de afuera, sobre todo si son pobres. “No rechazamos a los extranjeros si son turistas, cantantes o deportistas de fama, los rechazamos si son pobres”, plantea la escritora y filosofa española, Adela Cortina (Entrevista en la BBC, 30 octubre de 2020), la otredad en su imagen más cruel y visceral, la xenofobia la aversión al extranjero y la “aporofobia” es la aversión al pobre por el hecho de serlo, así lo destaca Cortina.

Las conclusiones siempre nos llevan a entrecruzar la migración y la condición étnico racial y sus relaciones con los procesos de inclusión (habría que analizar en qué condiciones hay inclusión) y exclusión, sostenidos en una matriz de desigualdad social, donde los pueblos originarios y los afrodescendientes son los pueblos más discriminados, excluidos y vulnerados.

Entonces ¿cómo construimos interculturalidad? ¿Podemos hablar de inclusión? Quizásel concepto de la inclusión bajo estos contextos se traducen bajo relaciones de desigualdad, de sometimiento, de colonialidad, reproduciendo los sistemas que criticamos, el humanismo nos interpela a la protección social, sobre todo si vemos vidas hacinadas y sofocadas que se pierden en la frontera de México y Estado Unidos, (a miles de kilómetros de distancia) ¿pero cuánto nos interpela la violencia simbólica cotidiana a diario?

Sabemos que es necesario un Estado que contemple esto con políticas públicas para lograr bienestar económico y social que permita a la población salir de la pobreza con acceso a servicios, derechos, y también una sociedad consciente de su historia y presente, con derecho a desarrollarse plenamente en la vida, cumpliendo sueños, no el americano sino el del Buen Vivir, simplemente justo para todes.

(*) Titular de la Dirección de Pueblos Originarios “Emilia Uscamayta Curi”

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