GÉNERO

Por Agatha Glombovsky*

A siete años del primer grito de Ni Una Menos, este viernes la calle volverá a ser el lugar que los feminismos tomaron desde el 2015 para exigir “libres y con vida nos queremos”.

Tras varios años desde la primera movilización y con las consignas que hemos podido construir a lo largo de todo este tiempo, Ni una menos pasó de ser un slogan, un hashtag agitado al calor de las redes sociales a partir del femicidio de Chiara Páez en Rufino, a constituirse como un movimiento ejemplo internacional de lucha.

Desde el dolor convertido en organización popular nos volvemos a reencontrar para seguir pidiendo que no nos maten, pero que tampoco nos violenten, invisibilicen ni nos endeuden. La pandemia nos obligó a quedarnos en casa y a repensar nuevas formas de demanda pero nunca dejamos de tejer redes entre nosotres en pos de seguir conquistando derechos.

Celebramos que desde el impulso de la marea verde la conciencia y la visibilización sobre las violencias como problemática social se profundizó en cada parte de la sociedad de nuestro país y región.

Potenciamos demandas históricas como lo fue la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, La Ley de Equidad en la representación de los géneros en los servicios de comunicación, la Ley por el cupo laboral trans en la administración pública, La ley Micaela o de Capacitación Obligatoria en Género para todas las personas que integran los tres poderes del Estado, la creación  del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad, por nombrar alguno de los grandes logros que conseguimos.

Pero también tenemos claro que los femicidios y los travesticidios no han disminuido, que la cuarentena profundizó la dificultad de acceso a los derechos conseguidos, que las tareas de cuidado siguen sin ser igualitarias, que los medios continúan construyendo estereotipos de género que nos violentan y que aún el Estado, a pesar de la voluntad política de un gobierno popular en construir políticas públicas con perspectiva de género, nos sigue oprimiendo todos los días.

Este Ni Una Menos volvemos a habitar las calles para seguir pidiendo justicia por aquellas mujeres y disidencias asesinadas dentro de un sistema machista y patriarcal. Nos seguimos preguntando “¿Dónde está Tehuel?” y exigimos mejores condiciones laborales para toda nuestra comunidad travesti y trans. También volvemos a exigir la Ley de Reparación, una indemnización para las travestis adultas mayores por tantos años de encarcelamiento y persecución estatal.

Este Ni Una Menos vamos por una reforma judicial feminista, por un acompañamiento adecuado a quienes son victimizadas por la violencia machista, por la protección de niñeces y juventudes que quedan huérfanes por los femicidios y contra la deuda que cada vez agobia más a los hogares de todo nuestro país.

Las calles siguen siendo nuestras y este año volvemos a utilizar las marchas y la organización popular como herramienta para construir una realidad efectiva en donde todas, todos y todes podamos vivir con libertad.

*Integrante de la Secretaría de Género de esta casa de estudios.

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