GÉNERO

Por Juliana Novello*

En Argentina, cuando hablamos del voto femenino no podemos hacerlo sin pensar en Eva Duarte. Como la persona que nos convocó a participar activamente de la política partidaria. Nos demostró como aparecer en el espacio público y ser liderezas.

A Evita la podemos recordar por muchas cosas. Por su profundo amor hacía su pueblo, los derechos de los/as/es trabajadores/as, los juguetes y muñecas de los/as/es niños/as/es. Podemos mencionar sus frases célebres, decir que fue la abanderada de los/as/es humildes y quien acompañó a los/as/es descamisado/as/es  nuestro primer 17 de octubre de lealtad.

Pero para los feminismos de nuestro país -y seguramente de Latinoamérica- será quien fue la impulsora de la organización popular de las mujeres de nuestra Patria. Quien nos convocó a participar políticamente y a ser quienes condujeran el Partido Peronista Femenino, de modo federal y representativo.

Se crearon alrededor de 4.000 centros cívicos femeninos, con las mismas mujeres que censaron y empadronaron de cara a lo que sería la primera votación en la que pudieron participar democráticamente en Argentina.

En el año 1951, gana la fórmula de Perón-Quijano con mayor participación de mujeres que varones en el proceso electoral, y en el transcurso del primer hito dentro de la historia argentina con la aparición de las mujeres como actrices políticas organizadas. Más de 3 millones de mujeres ejercieron su derecho a votar durante la jornada, contrarrestando un sistema político macho que nos sentenciaba a la invisibilidad.

Sin duda, no es coincidencia que a 69 años de la primera vez que las mujeres pudimos acceder al voto, hoy sigamos disputando el acceso a los lugares de representación, también en la política. Contamos con Ministerios de las Mujeres en Provincia de Buenos Aires y en Nación, tenemos senadoras y diputadas, ministras. Una mujer cis-género elegida democráticamente, dos veces para la Presidencia de la Nación y una para vicepresidenta, como es Cristina Fernández de Kirchner.

El movimiento político de mujeres organizadas nacimos de la historia de Julieta Lanteri, y de Eva Perón “resolviendo el viejo problema de los derechos políticos de la mujer”. Crecimos con las historias de nuestras abuelas y madres votando por primera vez. Y con la figura de Cristina, como primera presidenta elegida democráticamente.

Nos formamos políticamente, en las plazas en cada #NiUnaMenos y en las calles alrededor del Congreso de la Nación esperando el tratamiento del Proyecto por la Interrupción voluntaria de los embarazos. Nacimos en un país en el que mujeres y disidencias, organizadas y de modo federal se encuentran hace 35 años en diferentes provincias para discutir la agenda de los feminismos latinoamericanos y disidentes.

Somos los/as/es herederos/as/es de un gobierno nacional y popular, que presentó una Ley de Identidad de Género, y una Ley de Matrimonio Igualitario. Nos formamos en nuestros colegios bajo la Ley de Centros de Estudiantes, y en nuestros barrios con los programas Ellas Hacen y Yo Mamá.

La conformación y aparición dentro de la escena pública -en los últimos años- del movimiento político de mujeres, disidencias y el colectivo LGBTTQ+, demostró una vez más que no venimos a sentarnos a esperar. Hoy el movimiento de mujeres y disidencias nos encuentra disputando los derechos políticos sobre nuestros cuerpos, configurando nuestras libertades y valorando nuestros deseos en pos de adquirir la tan anhelada soberanía política, independencia económica y justicia social.

Hace 69 años que las mujeres votamos, pero hoy los feminismos no somos solo mujeres. Somos las y les actrices y actores, nacidos/as/es y criado/as/es bajo la posición política de existir. Creciendo incómodos/as/es, pero incomodando al mundo que vinimos a transformar.

 “Tenemos que convencernos para siempre: el mundo será de los pueblos si los pueblos decidimos enardecernos en el fuego sagrado del fanatismo”, dice Evita en Mi mensaje”. Este mundo, que a muchos/as/es les que quedó chico. A nuestra Lohanna Berkins y Diana Sacayán. A nuestra Juana Azurduy y Martina Chapanay, y a nuestra Evita Perón que enardecida en el fuego sagrado del fanatismo nos convocó a ser las actrices políticas de la historia viva de nuestro pueblo.

*Integrante de la Secretaría de Género de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

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