GÉNERO

Por Karina Vitaller y Julián Tróccoli* 

“No queremos ser más esta humanidad” expresó Susy Shock, como un manifiesto político ante las injusticias del mundo. Palabras que resuenan y, a pesar del paso de los años, siguen vigentes y se hacen carne frente a las violencias y faltas de oportunidades con las que convivimos quienes estamos por fuera de la cisheteronorma, esa que fue creada por los dueños de todas las cosas.

La pandemia que azota al mundo y permitió visibilizar un sinfín de desigualdades históricas, permitió también profundizar en lo que decía la Susy. No solo no queremos, no podemos ser más esta humanidad. Este posicionamiento se asienta en una perspectiva disidente acerca del género, las sexualidades y las identidades, y que reconoce en las sociedades que habitamos, una organización que opera de forma sistemática a través de mecanismos constantes de opresión y expulsión, sostenidos por la sedimentación del patriarcado en nuestra cultura. 

Partimos de una lectura que nos permite entender que entonces, el género, las sexualidades y las identidades, corresponden a una perspectiva transversal que representa siempre un punto de partida para imaginar otros mundos posibles y, de esta forma, construir retóricas justas y libres que permitan reparar años de odios. Posibilidades que no tienen techo, porque la posibilidad de vivir mejor tampoco lo tiene.

El mes de orgullo se conmemora por un hito que en 1969 marcó un significativo antecedente en la Defensa de los Derechos Humanos: la revuelta de Stonewall, reivindicamos esta fecha en reconocimiento de la importancia de no suponernos techos, y de que cada conquista, es un paso hacia la igualdad de derechos. La organización y el encuentro hermanado de los movimientos de diversidad y disidencia sexogenerica han demostrado que nuestro orgullo es una respuesta política a los diferentes mecanismos de exclusión y opresión, y las conquistas alcanzadas en nuestro país, como la ley de matrimonio igualitario, la ley de identidad de género, y ahora la ley de cupo laboral trans dan cuenta de ello. 

El orgullo, por ende, no puede ni debe ser entendido por fuera de los/as/es actores políticos/as/es que le enarbolan y que entregaron y aún entregan su vida por el derecho a su identidad, a la posibilidad de vivir libres, felices y sin miedo. Un movimiento que milita y se organiza desde el reconocimiento de la interseccionalidad como la herramienta para alcanzar lo que anhelamos, donde se evidencien las desiguales formas de experimentar la vida, las violencias presentes en nuestra sociedad y abrace a les marginados/as/es, a les olvidados/as/es de un sistema que aún persiste en borrar lo diferente.

Si bien los avances son significativos y, al igual que en los mandatos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner hoy tenemos un gobierno presente, aún queda un enorme camino que recorrer. Por lo que insistimos en que esta lucha nunca es punto de llegada, cada avance sedimenta un piso desde el cual ir por más conquistas y más políticas que reparen las consecuencias de este modelo binario y heterocisnormado. 

El orgullo es respuesta, organización y el camino necesario hacia la transformación que esta sociedad necesita. Es acción política inspirada en alegría y búsqueda de justicia y reparación constante. Es alegría porque no hay nada más digno que ser quienes elegimos ser y nos motiva saber que todas estas políticas de reparación habilitan que nuestras existencias vayan visibilizandose en el espacio público cada vez más. Hoy nos alegramos porque conquistamos la ley de cupo laboral travesti-trans pero nos sigue faltando Tehuel. Nos siguen faltando compañeros/as/es, gays, maricas, lesbianas, trans, travestís asesinadas por el odio a nuestras identidades.

El orgullo es hacerse cargo de la incomodidad que nos asignaron y resignificarla en acción política colectiva, buscando no sólo conquistas individuales sino, las de todas/as/es, inclusive aquellos/as/es que hoy no pueden festejarlo porque su realidad les aleja del mundo de las oportunidades. 

El orgullo es animarmos a corrernos de la sombra del binarismo que encasilló las existencias en rosas y celestes, es desplegar nuestra bandera multicolor donde hay lugar para todos/as/es, es saber quienes somos, es elegir nuestros nombres, es elegir nuestras apariencias, es no aferrarnos a mandatos sociales, es rediseñar nuestras cuerpas acordes a nuestra identidad, es no pedir permisos para ser, es no pedir permiso para amar.  

La comunidad lgtttbqnba+ no es una sigla, no es una minoría, y no tiene que salir de ningún placard. Estamos afuera, brillando y luchando para ampliar los horizontes para todes. Porque nuestro desafío como punta de partida, siempre será avanzar hasta que cada uno de nuestros derechos sea una realidad efectiva.

*Secretaría de Género de esta casa de estudios.

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