DERECHOS HUMANOS

La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) fue creada 10 de diciembre de 1983, por el gobierno de Raúl Alfonsín. Su objetivo fue  aclarar e investigar la desaparición forzada de personas producidas durante el denominado “Proceso de Reorganización Nacional”. Fue allí cuando se originó el Informe «Nuca Más», también conocido como «Informe Sábato», que se publicó 20 de septiembre de 1984.

La Conadep, conformada por notables y presidida por el escritor Ernesto Sábato,indagó sobre  la suerte de los/as/es desaparecidos/as/es en el curso de esos años oscuros.Recibió miles de declaraciones y testimonios; verificó y determinó la existencia de cientos de centros clandestinos de detención (CCD); registró todo en más de cincuenta mil páginas documentales y finalmente, entregó sus conclusiones en un informe que demostró, por primera vez, lo cometido por las fuerzas del Estado desde marzo de 1976 hasta diciembre de 1983.

De toda la investigación y documentación recogida se llegó a la conclusión que infirió que los derechos humanos fueron violados en forma orgánica, sistemática y estatal por la represión de las Fuerzas Armadas. Cuando se habla de sistemático, se refiere a que tanto los secuestros, como la tortura, fueron similares en toda la extensión del territorio nacional.

Los operativos se encontraban organizados con absoluta precisión,  se llevaron a cabo en  lugares de trabajo previamente señalados o en la calle a plena luz del día, siempre mediante procedimientos en los que  las fuerzas de seguridad tenían una  “zona liberada”. Cuando se  acudía a los domicilios particulares de las víctimas, siempre era de noche o en la madrugada, los comandos armados rodeaban la manzana y entraban por la fuerza, aterrorizando a todos/as/es, incluso a  niños/as /es. Amordazaban a las familias  y obligaban a los padres y/o hijos/as/es a  presenciar los secuestros de sus seres queridos mientras eran golpeados, encapuchados, atados y amordazados, hasta que finalmente se los/as/es llevaban brutalmente, en autos o camiones.El resto del comando, se dedicaba casi siempre a destruir y  robar objetos de valor que había en  la casa.

Estas personas,arrebatadas por la fuerza, dejaban de tener presencia civil. Desde el secuestro, la víctima perdía todos los derechos, era  privada de toda comunicación con el mundo exterior, confinada en lugares desconocidos, sometida a torturas infernales. No sabía sobre  su destino, percibía que podía ser ejecutada o  arrojada al río o al mar, con bloques de cemento en sus pies, o reducida a cenizas.

No había respuestas acerca de sus secuestradores, ni por qué se los/as/es llevaban o dónde se encontraban. Todo era silencio. El terrorismo de Estado se apoderó de la sociedad civil,  cualquiera sentía temor de caer en esaverdadera caza de brujas. Hubo quiénes hasta justificaron el horror con las frases: “por algo será”, o “algo habrán hecho”. En la represión generalizada, el calificativo de  subversivo era muy  amplio, incluía a lo que la dictadura llamaba: “marxismo-leninismo”, “apátridas”. “materialistas y ateos”, “enemigos de los valores occidentales y cristianos”, desde quiénes propiciaban una revolución social, hasta jóvenes que ayudaban en los barrios populares. Tampoco quedaron afuera referentes sindicales, integrantes de centros estudiantiles, periodistas no orgánicos, sociólogos/as/es o psicólogos/as/es a quiénes se los/as/es consideraba de profesión sospechosa. En las redadas también arrasaron con curas tercermundistas, monjas, activistas por la paz, amigos/as/es y/o conocidos de secuestrados/as/es.

Esta situación se prolongó por días, meses y años. Madres, Abuelas y familiares golpeaban una y otra puerta de personas influyentes, comisarios, oficiales de alguna fuerza,  obispos y capellanes, para saber sobre el paradero de los/as/es desaparecidos/as/es. Pero siempre obtuvieron la misma respuesta negativa.

De todos esos horrores, dio cuanta la Conadep, “con tristeza, con dolor hemos cumplido la misión que nos encomendó en su momento el Presidente Constitucional de la República. Esa labor fue muy ardua, porque debimos recomponer un tenebrosos rompecabezas, después de muchos años de producidos los hechos, cuando se han borrado deliberadamente todos los rastros, se ha quemado toda documentación y hasta se han demolido edificios. Hemos tenido que basarnos, pues, en las denuncias de los familiares, en las declaraciones de aquellos que pudieron salir del infierno y aun en los testimonios de represores que por oscuras motivaciones se acercaron a nosotros para decir lo que sabían”.

Hoy se cumplen  37 años de que la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas arrojara luz mediante el informe final «Nunca Más».  En el documento, se  presentaron  las pruebas en más de 7 mil archivos de 50 mil páginas; una lista parcial de 8.960 desaparecidos/as/es; la verificación de 340 centros clandestinos de detención, que sirvieron de insumo no solo para el Juicio a las JuntasMilitares en 1985, y también para otros que se realizaron a partir de 2006.

Nuestro compromiso por los 30 mil compañeros/as/es que nos faltan es seguir reclamando Memoria, Verdad y Justicia.No existe posibilidad de negar lo acontecido, seguiremos declarando la Verdad del genocidio. Entendemos, que solo la democracia es la que nos permite conservar la Memoria colectiva, sin la cual un pueblo no puede permanecer en libertad. Es la única manera de decir realmente NUNCA MÁS al genocidio de Estado.

Secretaría de Derechos Humanos.

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