DERECHOS HUMANOS

Por Analía Eliades(*) y Elisa Ghea(**)

En abril de este año advertimos que la aceptación de extradición de Julian Assange por parte del gobierno británico a Estados Unidos implica una grave afectación al derecho universal a la comunicación. La ministra de Interior del Reino Unido, Priti Patel tenía la posibilidad de hacer lugar al recurso interpuesto por la defensa para detener lo que es, lisa y llanamente sin interpretaciones falaces, una violación a los derechos humanos y un entramado más del lawfare.

Sin embargo, esta garantía del debido proceso, se le negó como tantas otras que ha tenido que padecer Assange desde 2010. La funcionaria, al aprobar la extradición del creador de WikiLeaks lo pone en la puerta de una pena efectiva de 175 años en una cárcel estadounidense. Es sabido cómo es el sistema penal en ese país: allí no hay ni libertad condicional, ni buenas conductas contempladas, ni cumplimiento razonable de condena. Las personas deberían tener de a dos a tres vidas para cumplir una pena privativa de la libertad absurda y eterna.

La persecución, hostigamiento y encarcelamiento de Assange constituye una gravísima vulneración al derecho a la libertad de expresión y a comunicar y éste hay que enmarcarlo y entenderlo como un ataque no solo del derecho individual del periodista a informar sino que se violenta nuestro derecho a recibir información veraz.

Estos son estándares de interpretación universales de todos los sistemas protectorios de derechos humanos, como es en el caso de la ONU que está determinado en el artículo 19 de la declaración universal de los derechos humanos (1948) y en el Pacto internacional de derechos civiles y políticos (1966) que EE.UU integra.

Vale aquí recordar que Assange es buscado por el gobierno estadounidense para su juzgamiento por espionaje por la publicación de cientos de miles de documentos secretos a partir de 2010 que pusieron al desnudo violaciones de derechos humanos perpetrados en Irak y Afganistán, entre otros países. Lo que para Estados Unidos es espionaje, para todo tribunal que se precie de respetar la legalidad, se trata de un compromiso con la verdad informativa y por haber dado a conocer temas de indudable interés público.

Julian Assange no es el victimario de violar los derechos humanos de las personas, gracias a su develación millones pudieron conocer el entramado del poder real. El periodista es la víctima y el caso ejemplificador que el imperio necesita para disciplinar, para que nadie se atreva a contradecir o poner en evidencia las injusticias, los abusos, los saqueos y las torturas. Con esta extradición el mundo entero pierde en la causa de la vida por sobre la muerte.

A partir de esta extradición ¿Cuántas personas se atreverán a denunciar, a informar las injusticias, a enfrentarse al poder?

(*) Abogada, periodista y docente de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social

(**) Secretaria de Posgrado y docente de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social

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